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Antigüedad-Siglo IV:Infanticidio
El derecho a vivir del niño/a era una decisión más o menos arbitraria de los padres, ya que eran considerados como de su propiedad y eran ellos los que tenían el poder de disponer de su vida.Otra práctica habitual era mantener una actitud pasiva hacia los niños/as, que a menudo también conducía a la muerte. Esta decisión está justificada socialmente y es una práctica habitual bien vista. -
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Siglo IV-XIII:Abandono
Una vez que se acepta al niño/a como ser con alma, la forma de deshacerse de sus angustias es mediante el abandono. En realidad podríamos conceptualizar esta práctica como una forma de infanticidio indirecto ya que no se consuma el acto de matar, pero se deja al niño/a en una situación de grave desprotección que a menudo acaba con la muerte. -
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Siglo XIV-XVII:Ambivalencia
En la edad media, el niño/a no tiene un lugar específico en la sociedad. El adulto no tenía consciencia de las particularidades ni de su proceso de crecimiento y maduración. Esto se concretaba con que el niño/a participaba de la vida del adulto tanto en el ocio como en el trabajo, sin tener un espacio propio. -
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Siglo XVIII:Intrusión
Aparece el sentimiento moderno de niñez, la visión del niño/a como un enemigo peligroso se difumina hacia otra en la que el niño/a empieza a ser considerado por él mismo, pero todavía perfectible. Todavía no es una aproximación de carácter empático. En esta época nace la pediatría y las miradas cientifistas hacia la infancia y la actitud de cuidado de los padres y madres, disminuyó notablemente la mortalidad infantil. -
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Siglo XIX-XX:Socialización
El carácter habitual se decanta más hacia cuidar y formar (guiarlo) en lugar de dominar la voluntad del niño/a. Es la época en la que los tratados de educación se centran básicamente en la socialización del niño/a y, por primera vez, los padres se interesan de forma sistemática por el niño/a. -
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Siglo XX:Ayuda
La relación con el niño/a es básicamente empática. El interés ya no está ni en dominar ni en socializar únicamente, sino en desarrollar las características propias de cada niño/a, comprender sus necesidades y potenciar sus habilidades. La actitud de los padres es paciente y dedicada para que el niño/a vaya creciendo en un ambiente agradable y cuidador. Las evidencias más claras de este cambio es la aparición de las condiciones que iniciarán el camino desde la Declaración de Ginebra de 1924
