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El interés por educar y criar a los niños es tan antiguo como la historia pero las ideas sobre cómo hacerlo y las prácticas de crianza han sido muy diferentes en distintos momentos históricos. También, desde siempre ha habido una tendencia a dividir el curso de la vida en etapas o periodos, desde el nacimiento a la muerte. La forma de dividir estos periodos tenía que ver con la concepción dominante de cada sociedad y momento histórico.
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En la antigüedad NO se reconocía a la infancia como etapa, con sus propias características, necesidades y dependencias. No hubo atención especial de mayor relevancia hacia el desarrollo del contexto de la infancia o la adolescencia.
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Es en Grecia donde nace el concepto de educación liberal y de desarrollo "integral" de la persona (cuerpo-mente).
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En la época griega, donde se inicia la historia democrática de Occidente, se empieza a valorar a la infancia como ciudadanía de futuro, por lo que cobra importancia su incorporación al mundo educativo. Además, también comienza el desarrollo de la pediatría, la ginecología, etc. Esta época fue decisiva porque nace la valoración del niño (varón y de clase social alta) como ciudadano, aunque no como presente, sino como futuro.
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Habla de periodos para la educación infantil…hasta los 2 años conviene ir endureciendo a los niños, acostumbrándoles a dificultades como el frío, el periodo subsiguiente, hasta la edad de 5 años, tiempo en que todavía no es bueno orientarlos a un estudio ni a trabajos coactivos a fin de que esto no impida el crecimiento, se les debe, no obstante, permitir bastante movimiento para evitar la inactividad corporal; y este ejercicio puede obtenerse por varios sistemas, especialmente por el juego […]
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En Roma, pierde relevancia la educación liberal y hay mucha menos atención a la educación física y el deporte. El objetivo de la educación es formar buenos oradores, “embellecer el alma
de los jóvenes mediante la retórica”. -
Acceden a la educación los ciudadanos libres. Hasta los 12 años, las escuelas eran mixtas y, a partir de esa edad, el destino de niños y niñas se separaba (como el de ricos y pobres). Sólo proseguían estudios los varones de familias acomodadas y, excepcionalmente, alguna chica con un preceptor (ello dependía exclusivamente de la voluntad de su padre). Pero por lo general, el que la mujer estudiara filosofía o similares contenidos se consideraba una senda “peligrosa”, “próxima al libertinaje”
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Sobre la educación de los niños.
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La escolarización se divide en tres etapas: "Ludus" o escuela elemental (7-12 años), “Gramática” (12-16 años): prosa, teatro, poesía; "Retórica" (desde los 16 años): estudio técnicas de oratoria y declamación (muy pocos llegan a esta última etapa educativa).
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Para Grecia y Roma, la institución social más importante y la encargada de la educación era el ESTADO. En esta época el niño y la niña se consideran propiedad privada de los padres y las madres. Su incorporación a la vida adulta se hacía sin ningún tipo de transición al nuevo modelo de vida, y la época infante acababa a los siete años. A partir de esa edad comenzaban a trabajar las tierras, estaban al servicio del señor feudal.
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No había educación sino aprendizaje del joven que convivía con adultos, de quienes aprendía ayudándolos.
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El niño era la forma inmadura de un adulto no demasiado interesante ni merecedora de trato especial: había que soportar ese estado esperando su maduración, como se espera que una breva devenga higo.
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Aun cuando pueda parecernos extraña, esa concepción de infancia es coherente con la sociedad medieval que concebía que el Mundo Sagrado estaba ya creado y no era posible cambio alguno a lo "ya dado". La infancia medieval productora de párvulos, una versión pequeña e insuficiente de un adulto, produjo excelentes sujetos para el no cambio. En la de transmisión generacional el niño entra en la cadena como un pequeño adulto del que sólo se requería que preserve la continuidad.
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Durante la Edad Media, por influencia del cristianismo, es la IGLESIA (controla tanto la educación religiosa como la seglar).
A lo largo de la Edad Media desaparece por completo la idea de educación liberal. No se trata ya de formar a “librepensadores” sino que el objetivo de la educación es preparar al niño para servir a Dios, a la Iglesia y a sus representantes, con un sometimiento completo a la autoridad de la Iglesia. -
Resurgen muchas de las ideas clásicas sobre la educación infantil. Se produce un auge de las observaciones de niños que revelan un nuevo interés por el desarrollo infantil.
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El niño es concebido como inocente, sin maldad ni sexualidad. Por ello es pensado como frágil e indefenso y debe ser protegido del desvío de los adultos.
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A la inversa del medieval, concita al máximo el interés de una familia y una sociedad que lo cuida y lo educa para que "se forme bien". Es una "promesa de futuro". Si se lee eso como una negación, el niño sólo cuenta en tanto lo que será. En su misión de formar al niño, "el hombre del futuro", la familia moderna fue asistida y controlada por decenas de instituciones.
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La infancia moderna generó así niños excelentes como receptáculo de las proyecciones adultas en búsqueda de un ideal de perfección no ya divino, como en la Edad Media, sino humano. El niño debía ser en un futuro lo que los adultos no habían sido.
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También expresa su interés por la evolución del niño, por las
diferencias individuales, por la educación de “anormales”, y por la necesidad de ADAPTACIÓN de la educación a los distintos casos y niveles. Destaca también su preocupación por la educación de las mujeres. -
Manifiesta cierto interés por la naturaleza infantil.
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La separación del mundo de los niños del de los adultos era ignorada, ambos convivían mezclados en una vida social consolidada por fuera de la familia que fue bien ilustrada por Brueghel.
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Insiste en que se debe educar tanto a niños como niñas, y en el papel de la madre como primera educadora.
Defiende la escolarización obligatoria hasta los 12 años (idea abandonada por completo durante las etapas anteriores), y señala las ventajas de la enseñanza elemental en lengua materna, no en latín. -
Fue tutor del joven Luis XIII de Francia (hijo de Henri IV) y que
escribió un diario sobre su infancia y juventud (1601-1621) en el que se revelan interesantes ideas de la época… Por ejemplo, cita el consejo que le dio Henri IV para educar a su hijo: “Que aplique el castigo físico tantas veces como sea necesario porque puedo asegurar, por mi propia experiencia, que nada me ha hecho tanto bien en la vida”. -
El adulto sólo juega a "cosas de niños" para "ayudar" a los pequeños a formarse. Los juegos (la literatura, la gráfica y la vestimenta) fueron especialmente diseñados por adultos con la idea de que contribuyan a la "buena formación" de niños. Los juguetes típicos fueron los "didácticos". El maestro y la familia moderna se regocijaban cada vez que el niño lograba "por sí sólo" arribar a formulaciones preexistentes, incluso novedosas, que en general no cuestionaban lo establecido.
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Insiste en la importancia de la experiencia y los hábitos, proponiendo una visión del recién nacido como tabula rasa o pizarra en blanco, donde la experiencia va a ir dejando sus huellas… Es decir, el niño no nace bueno ni malo sino que todo lo que llegue a hacer y ser dependerá de sus experiencias.
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LA APARICIÓN DE LOS SISTEMAS NACIONALES DE ESCOLARIZACIÓN.
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Defiende con vigor que toda educación debe ADAPTARSE al nivel del niño, la importancia de la acción y experiencia, y no sólo de la palabra, para adquirir el conocimiento. Critica las prácticas instructivas excesivamente memorísticas.
Frente a la perspectiva medieval del niño como homúnculo, Rousseau sostiene que es un ser con características propias, que sigue un desarrollo físico, intelectual, moral; y resume estas
ideas en la frase: El pequeño del hombre no es simplemente un hombre pequeño. -
Su obra Émile ou de l´éducation (1762) contiene una serie de principios básicos sobre cómo educar a los niños, y se convierte en un libro muy de moda en la alta sociedad francesa.
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Durante este periodo, la educación se hizo más común e institucionalizada.
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Es la época de reconocimiento de derechos mediante diversas revoluciones que proclamaron la necesidad de la aceptación y defensa institucional de los Derechos Humanos, como fue la Revolución Francesa. A estas insurrecciones suele acompañar una filosofía de ayuda a los demás, orientada, principalmente, hacia la beneficencia y la filantropía. Asimismo, se empieza a considerar al Estado el responsable último de garantizar estos derechos.
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Los más pobres tenían duras condiciones de vida y surgen en diferentes países los movimientos "salvadores de los niños" su objetivo era la reeducación de menores marginales que ocasionaban problemas a la sociedad de la época. Con la beneficencia nacen instituciones de ayuda destinadas a facilitar las condiciones de vida de quienes están un una situación de mayor pobreza y, por lo tanto, también a la infancia desfavorecida de esa época.
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Con la publicación del Origen de las especies (1859) provoca una
revolución conceptual en las ciencias y en la concepción del hombre. Aunque su influencia en la psicología es más tardía, en su teoría subyacen conceptos clave, como la continuidad animal hombre y niño-hombre; una aproximación naturalista al desarrollo humano, y una psicología comparada. -
Aparece un nuevo concepto social de la infancia, los niños -y especialmente las niñas-, se consideran una ciudadanía con unas necesidades específicas, por lo que deberá tener una serie de derechos también específicos. Se asume que durante la infancia los seres humanos somos mucho más vulnerables que en edad adulta, por lo que es preciso una mayor protección por parte de las instituciones competentes.
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Los niños y las niñas empiezan a contemplarse como un grupo social, con una serie de derechos reconocidos a nivel internacional, siendo sujeto de derechos y no objeto de los mismos. La Convención sobre los Derechos de la infancia reconoce que son ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho, y que entre sus derechos está la participación social.
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La transformación de la infancia en un “niño del deseo”, suscita en nuestros días una verdadera pasión. Una revolución silenciosa se lleva a cabo desde hace treinta años: del nacimiento sin violencia al “derecho a nacer normal”, el niño o niña, tradicionalmente considerado como un ser en devenir, aparece como un ser en “incesante progreso”.
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Plantea que la infancia moviliza a los investigadores e investigadoras, y apasiona hoy a los medios de comunicación en una perspectiva de divulgación o vulgarización sin precedentes en el tema.
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Constantan que los niños y las niñas no existen solamente con relación a los sujetos adultos. La infancia constituye un grupo en sí. Es por esto que consideran que la sociología de la infancia toma
ventaja sobre las ciencias de la educación o sobre la psicología para estudiarla. -
Combinan orientaciones de naturaleza conceptual y fundamental con la preocupación por tomar en cuenta la dimensión de la práctica, de la acción.
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Consideran que cualquiera que sea la forma que asuma la
infancia (niño o niña “adulto en miniatura”, niño “rey” o niña “reina”, niño o niña víctima, niño o niña realizando su “oficio de alumno
o alumna”, o particularmente “de niño o niña”), en nuestros días se genera una cultura infantil específica. -
Cuando se evalúa el bienestar de la infancia, generalmente se comparan los indicadores para los niños de las zonas rurales con los indicadores de los niños de las zonas urbanas. Como es de esperar, los resultados del sector urbano tienden a ser mejores, ya sea porque se refieren a la proporción de los niños que llegan a su primer o a su quinto cumpleaños, o a la proporción de los que asisten a la escuela o acceden a servicios mejorados de saneamiento.
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Los efectos de las culturas líquidas inciden en la concepción del niño como sujeto en construcción y “lo juvenil” concentra el prestigio del “ser”, quedando indiferenciadas las etapas evolutivas propias del Modernismo.
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Ha disminuido el juego dramático enriquecedor de la producción simbólica para dar lugar a los juegos de ejecución (tecnología y juguetes acabados).
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Los medios de comunicación, a través de las tandas publicitarias y sus contenidos, ocupan un lugar de saber que el niño reconoce como nueva autoridad lo que incide en el incremento de las conductas impulsivas, con predominio del movimiento y la descarga en detrimento del pensamiento.