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Actualmente, la evaluación se concibe como un instrumento de orientación y perfeccionamiento que debe abarcar las diferentes instancias de la realidad educativa, no sólo el aprendizaje de los alumnos, sino también el proceso de enseñanza, la eficacia de
las programaciones, la organización del alumnado y del espacio y la utilización de los medios y recursos. -
El biólogo norteamericano Stephen Jay Gould hace un duro alegato contra las pruebas de inteligencia y sostiene que no tienen valor científico.
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Cronbach, profundizando en el concepto de evaluación formativa de Scriven, afirmó que la evaluación debe usarse siempre en un sentido formativo, incluso cuando se ocupa de medir resultados.
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Stufflebeam invoca a la responsabilidad del evaluador, que debe actuar de acuerdo a principios aceptados por la sociedad y a criterios de profesionalidad, emitir juicios sobre la calidad y el valor educativo del objeto evaluado y debe asistir a los implicados en la interpretación y utilización de su información y sus juicios.
De manera que, según Stufflebeam, el propósito fundamental de la evaluación no es demostrar sino perfeccionar. -
A partir de los años 70, la concepción constructivista del aprendizaje de Piaget va a marcar un cambio sustancial en el concepto y utilización de la evaluación. Esta perspectiva alumbrará concepciones como evaluación iluminativa, democrática, etnográfica, etc. La evaluación deja de aplicarse
solamente a los alumnos y se extiende a los profesores, a los programas educativos, a los centros, etc. -
Un tercer momento importante en la evolución del concepto de evaluación lo marca en 1967, el filósofo Michael Scriven cuando establece una nueva perspectiva de la función de la evaluación al considerar que es preciso determinar o establecer el grado de valor y mérito del objeto que se evalúa. Para él, antes de determinar el grado o nivel en que han sido alcanzados unos objetivos es preciso verificar si dichos objetivos o metas son las
adecuadas para el fin que nos proponemos. -
Lee J. Cronbach pone el énfasis en el carácter instrumental de
la evaluación, ya que considera que debe aportar información que permita tomar decisiones para mejorar el objeto evaluado. La evaluación pasa de considerarse un instrumento de control y medida, cuya finalidad es emitir una valoración al final de un
proceso, a ser considerada como un medio al servicio de la educación cuya finalidad es retroalimentar el proceso. -
A principio de los años 60, crece el interés por la educación, se plantea la necesidad de la educación permanente y global y aparece la preocupación por el fracaso escolar.
Se vuelve la vista hacia el campo de la evaluación, tanto en el campo educativo como empresarial y se estimula la creación de instrumentos de evaluación fiables, válidos y eficaces. -
Ralph Tyler estableció en 1950 que, para poder medir los aprendizajes de los alumnos, era necesario previamente establecer unos objetivos susceptibles de poderse cuantificar, de tal manera que la comparación entre los objetivos propuestos y los
resultados obtenidos ponga de manifiesto el grado en que han sido conseguidos. Nacía así la programación por objetivos. -
En 1906, Henry Fayol publicó la obra Administración General e Industrial, en la que establecía que toda actuación en el ámbito administrativo debía basarse en los principios de planificación, realización y control. Casi de forma imperceptible, estos principios o fases del trabajo fueron incorporados al campo educativo como pautas del desarrollo de la acción pedagógico-didáctica.
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En 1904, el psicólogo británico Charles Spearman descubre el rasgo «g» de la inteligencia general, tras verificar que las personas que destacan en un tipo de pruebas de inteligencia, también destacan en otras.
El francés Alfred Binet crea en 1905 la primera prueba de inteligencia basada en analogías, patrones y habilidades razonadas.
En 1912, el psicólogo alemán Ster introduce el concepto de cociente intelectual como la relación que hay entre la edad mental y la edad cronológica. -
Entre 1887 y 1898, Joseph Rice estudió los conocimientos en ortografía de 33.000 alumnos y llegó a la conclusión de que la campaña diseñada no había producido avances
sustanciales en el aprendizaje. Este estudio está considerado como la primera evaluación formal de un programa educativo realizado en América. -
Así, en 1845, en Estados Unidos, Horace Mann dirigió una evaluación, basada en tests de rendimiento, para saber si las escuelas de Boston educaban bien a sus estudiantes. Los test daban resultados de los alumnos, pero no de los programas, ni de
los métodos de enseñanza.