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En el CERN, Tim Berners-Lee propone unir documentos con enlaces para que cualquiera pueda saltar de una página a otra. Piensa en un “libro gigante” donde cada página te lleva a más páginas.
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Se publica el primer sitio y la gente comienza a entrar desde universidades y laboratorios. Es el “¡hola mundo!” de la Web.
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Aparece Mosaic, un navegador que muestra texto y fotos en la misma pantalla. Eso hizo que muchas más personas quisieran usar la Web.
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Se organizan estándares abiertos (como los del W3C) para que las páginas funcionen igual en todos los navegadores. Es como acordar “el mismo alfabeto” para entendernos.
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JavaScript permite que las páginas reaccionen (botones que cambian, menús que se abren). CSS ayuda a “vestir” las páginas (colores, tamaños, ubicaciones). Separar contenido de diseño las vuelve más ordenadas.
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HTML 4/4.01 define mejor qué es contenido y qué es presentación. Es como decir: “los textos aquí, el maquillaje allá”. Preparó el terreno para sitios más limpios y accesibles.
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La Web deja de ser solo para leer. Llegan blogs, wikis y redes sociales: cualquiera escribe, comenta y comparte. La Web se vuelve conversación.
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Con los teléfonos, las páginas aprenden a “achicarse” o “acomodarse” a la pantalla: el mismo sitio se ve bien en celular, tableta o computador. Eso es diseño web adaptable.
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Ahora el navegador puede reproducir video, audio, dibujar, guardar datos y más, sin programas extra. Es como convertir al navegador en una “caja de herramientas” completa.
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El protocolo que usa la Web aprende a “llevar varias cosas a la vez” por la misma carretera, reduciendo esperas. Resultado: sitios más veloces.
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Llega una versión que mejora la rapidez y la conexión, pensando en la Web moderna (video, juegos, apps en línea).