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Esta “época pretyleriana” o denominada por Guba y Lincoln (1989) como la “primera
generación”, la “generación de la medida”, en la que la persona que evalúa es
simplemente proveedora de instrumentos de medición -
Empieza a abandonarse la evaluación basada en la norma, y surge lo que se conoce como
evaluación criterial. Según Stenhouse (1984), la primera nos informa del rendimiento del
individuo en comparación con un grupo, mientras que la segunda, indica rendimiento de
un individuo en relación con un estándar. -
A Cronbach (1967) y Scriven (1963) debemos algunos de los principios que hoy se
defienden en lo que respecta a la evaluación educativa. Siendo de los primeros en asociar
la evaluación a la toma de decisiones. Hasta entonces los tests habían sido las
herramienta por excelencia del proceso evaluador, es Cronbach (1967) quien introduce el
uso de cuestionarios, entrevistas, observación sistemática y no sistemática, como técnicas
de evaluación. -
Aparecen una serie de propuestas alternativas en lo que respecta a la evaluación de
programas que pretenden alejarse del tradicional modelo positivista, tratando de
incorporar los principios de un nuevo modelo, el naturalista. Tales principios y tales
modelos repercutirán de un modo relevante en el desarrollo de la evaluación de los
aprendizajes que, se verá directamente influenciada por los principios de una nueva
forma de entender el proceso de E-A como era el constructivismo. -
Al tiempo que se sofistican los conceptos, se mantienen las prácticas. Se produce una
especie de enmascaramiento de prácticas “evaluadoras” tradicionales, ocultas tras
novedosos e imaginativos apellidos de la evaluación. , las prácticas más propias de la calificación que de ésta, se
mantienen. Es lo que podríamos llamar el nacimiento de “la quinta generación de la
evaluación”, la “generación perdida o ecléctica”. -
cuatro
“generaciones de la evaluación”, las cuales han comprendido cuatro periodos de tiempos
claves en la manera de conceptualizar la evaluación. -
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