MICROTENDENCIAS

  • Gimnsaios / Actividad fisica

    Antes, el gimnasio era un espacio de nicho, asociado a fisicoculturistas o modelos, mientras que la mayoría recurría a cirugías estéticas para alcanzar ciertos ideales de belleza. Con el tiempo, el entrenamiento en gimnasios se transformó en una microtendencia que, impulsada por redes sociales, se volvió una macrotendencia global. Esto derivó en múltiples ramificaciones: la popularidad del pilates, el boom de los corredores y maratones, y la creación de estilos de vida alrededor del fitness.
  • Termo Stanley

    Lo que comenzó como un objeto utilitario en Estados Unidos se transformó en un fenómeno aspiracional. Cuando celebridades e influencers comenzaron a mostrarse con el termo Stanley bajando de autos, el producto pasó a ser un símbolo de estatus y estilo de vida. No se deseaba tanto el objeto en sí, sino el mensaje que transmitía. La tendencia llegó a Argentina, donde quienes lograban conseguir uno antes que los demás reforzaban aún más ese capital simbólico.
  • Oriente vs. Occidente

    Durante décadas, EE.UU. dominó la cultura global con su música, cine y moda. Pero en los últimos años Oriente ganó terreno: el K-pop, el anime se volvieron masivos, imponiendo nuevas estéticas y comunidades digitales muy activas. China también transformó el consumo con plataformas como Shein o Temu, que ofrecen microtendencias rápidas y accesibles. Incluso el maquillaje coreano marcan hoy estilos de vida. Estamos frente a una cultura oriental que se volvió mainstream.
  • Old money

    La estética old money se populariza como aspiración al lujo silencioso: vestirse de forma sobria, elegante y con prendas costosas que remiten a familias tradicionales de alto estatus. A diferencia del “nuevo rico”, esta tendencia refleja un estilo que aparenta no seguir modas, pero que en realidad construye un discurso de exclusividad y distinción.
  • Coquette

    El estilo coquette surge como microtendencia que idealiza lo femenino a través de lo delicado, romántico y juvenil: moños, encajes, rosas y tonos pastel. Más que moda, propone un imaginario de cómo “debería” ser la femineidad, volviéndose aspiracional en redes sociales y en el consumo masivo de ropa y accesorios.
  • El boom de Labubu y las “chucherías”

    De repente surge el deseo de comprarlos, impulsado por influencers que muestran colecciones enormes, generando en nosotros la necesidad de pertenecer a ese mundo. A la par, creció el boom de las regalerías y el consumo de bolucompras: objetos pequeños que, en medio de una economía rota y problemas políticos, nos permiten sentir que aún podemos consumir y ser parte de tendencias como la del Labubu. Tambien se puede relacion con los FUNKO POP.
  • Memes absurdos y brain rot

    Surge el fenómeno de los memes “brain rot”: sin sentido, pixelados, absurdos. En un contexto post-pandemia, con crisis sociales y sobreexposición digital, crece el deseo de consumir humor sin lógica, sin mensaje, solo como escape. La inteligencia artificial facilita su creación y viralización. Lo incoherente se vuelve refugio: una forma de no pensar, no procesar, solo reír y seguir.
  • Infantilización como escape emocional

    Tras la pandemia, en Argentina y el mundo crece la infantilización del consumo como refugio emocional. Aumenta la compra de juguetes para adultos, como Funkos o Labubu, el boom de Barbie, y el uso de accesorios con estética infantil en la moda (Crocs decoradas, carteras con personajes). Frente a la inestabilidad social, lo infantil reaparece como nostalgia y escape, impulsado por lo pop asiático