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Procede del latín vulgar hablado en la Península Ibérica desde la romanización. Incluye, por tanto, una serie de palabras prerromanas tomadas de los pueblos que entonces habitaban la península (barro, lama, álamo, abedul, vega...).
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Los pueblos germánicos fueron dejando palabras como jabón, falda, guerra, guardar, guadaña, robar...; y la invasión árabe aumentó sustancialmente el léxico en una serie de campos: cero, álgebra, albañil, acequia, almohada, alguacil...
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Surge en el Condado de Castilla cuando se constituye como reino independiente, y se difunde hacia el sur limitado por el aragonés y asturleonés. En este proceso va tomando palabras de las variantes dialectales en contacto (los dialectos del latín).
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Surgen las glosas emilianenses y silenses (monasterios de Burgos), como notas explicativas en el margen de códices escritos en un latín, que ya no entendían bien los monjes. Las grafías son muy irregulares, pues aún no hay normas de escritura: comde / conde...
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Convierte el romance castellano en la lengua de los documentos reales escritos, en la modalidad del habla de Toledo. Fija así unas primeras normas ortográficas, que contribuyen a la nivelación lingüística oral y escrita y al desarrollo de la prosa castellana.
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Los Reyes Católicos llevan a cabo una cierta unidad lingüística peninsular, y en 1492 se publica la primera gramática de la lengua española, obra de Antonio de Nebrija, encargada por los Reyes para la colonización de América. La difusión de la imprenta colabora en la unificación progresiva de la lengua castellana.
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En estos siglos son numerosos los términos que van entrando al castellano desde otras lenguas: italianismos (fragata, escolta...); americanismos (tomate, tabaco, chocolate...); lusismos (mermelada, carambola, chubasco); galicismos, anglicismos...
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Con el esplendor literario (renacentistas, barrocos...) se consolida el sistema fonológico moderno. Desaparecen unos fonemas medievales y aparecen otros modernos. Es decir, va apareciendo poco a poco la fonética actual.
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Se fijan las normas y se funda la Real Academia de la Lengua Española (1713), se edita el Diccionario de Autoridades (1727-1729); la primera Orthographía (1741), la Gramática (1771).
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Los sistemas fónico, gráfico y gramatical, permanecen estables, con ligeras modificaciones puntuales (algunas tildes, algunas grafías permitidas...). El léxico, en cambio, se viene enriqueciendo en muchos campos, de modo que numerosos términos se van incorporando al diccionario cada pocos años: revolución industrial, nuevas tecnologías, avances sociales, investigación científica, medios de comunicación, informática..., producen cada día nuevas palabras y terminologías.