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En las primeras comunidades humanas, el poder se basaba en la figura del jefe o chamán, quien unía funciones mágicas, religiosas y políticas. La autoridad estaba legitimada por la tradición, los mitos y el control de lo sagrado. No había ley escrita ni separación entre política y religión; el orden dependía de tabúes, rituales y creencias.
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El rey es un intermediario divino con poder absoluto. La legitimidad política se sostiene en la voluntad de los dioses, que ordenan y legitiman las leyes. El Código de Hammurabi ejemplifica la consolidación de la ley como mandato sagrado y regla social
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El faraón era considerado dios viviente y mediador del orden cósmico (Ma’at). Su poder era absoluto y la administración estatal funcionaba como una extensión de la autoridad divina. La justicia se entendía como equilibrio cósmico, y la ley era la voluntad del faraón legitimada religiosamente.
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Primer cuerpo legal formal que estructura la justicia con principios de proporcionalidad y jerarquía social. El rey, como juez supremo, garantiza el orden social bajo la ley divina, consolidando la relación entre ley, poder y religión.
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En la tradición israelita, la soberanía reside en Dios, y los reyes (como David o Salomón) deben someterse a su ley. Los profetas actúan como contrapeso moral del poder, denunciando injusticias. Esta visión teocrática establece que el poder político debe estar subordinado a la voluntad divina.
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La India antigua desarrolló una teoría política basada en la noción de dharma (deber sagrado) y en el sistema de castas. El rey es garante del dharma y actúa bajo la guía de los brahmanes. Textos como el Arthashastra combinan realismo político con principios religiosos.
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Filósofos como Heráclito, Anaximandro y Pitágoras buscaban un logos (principio racional) que estructurara el cosmos. Esto influenció la idea de que el orden político debía reflejar un orden racional y universal.
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Confucio concibe al Estado como una extensión de la familia. El buen gobierno depende de la virtud personal del gobernante, no de la ley. La jerarquía social es esencial para la armonía. La legitimidad política está en la capacidad moral del gobernante para guiar mediante el ejemplo.
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El sistema político romano logra equilibrio entre patricios y plebeyos mediante un régimen mixto (cónsules, Senado, comicios). La virtud cívica (virtus) es esencial, y el derecho romano se convierte en pilar del pensamiento legal occidental
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El taoísmo propone una visión anti-autoritativa: el mejor gobierno es aquel que menos interviene. Lao-Tsé aboga por la no acción (wu wei) como forma de gobernar, y por dejar que el orden natural se manifieste sin imposición externa.
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Los sofistas (Protágoras, Gorgias) defienden que la justicia y la ley son convenciones humanas (nomos), no verdades absolutas (physis). Introducen el relativismo político y la idea de que el poder se basa en la persuasión más que en la verdad
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Afirma la existencia de una justicia objetiva y universal. El ciudadano tiene un deber moral de obedecer las leyes, incluso si son injustas. El poder político debe estar orientado por el conocimiento del bien, y no por intereses personales
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Propone un Estado ideal jerarquizado: gobernantes-filósofos, guardianes y productores. La justicia es armonía social. El poder legítimo lo tienen quienes poseen conocimiento del bien. Critica la democracia por dar poder a los ignorantes
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En oposición al confucianismo, el legalismo (Han Fei) sostiene que los seres humanos son naturalmente egoístas, por lo que es necesario un Estado fuerte, con leyes estrictas e impuestas por el miedo. El gobernante no debe guiarse por la moral, sino por la utilidad.
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Clasifica los regímenes: monarquía, aristocracia y politeia (forma mixta). La mejor forma es la que promueve el bien común. Introduce la noción de virtud cívica y la importancia de la mesotes (justo medio). Considera al hombre como animal político.
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Para los estoicos, como Séneca o Epicteto, todos los seres humanos están regidos por una ley natural común. Esta idea sustenta el concepto de ciudadanía universal. El buen gobernante es aquel que actúa conforme al logos, no al capricho.
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Rechaza el poder mundano y promueve la comunidad espiritual como verdadera sociedad. San Pablo sostiene que toda autoridad viene de Dios y debe respetarse. El cristianismo introduce la idea de un orden espiritual superior al político.
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Con Augusto, el poder se centraliza en el emperador. El principado mantiene apariencias republicanas, pero el dominado (Diocleciano) revela el carácter autocrático. El emperador es fuente del derecho.
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Distingue dos ciudades: la terrenal (basada en el amor propio) y la celestial (en el amor a Dios). El poder político es necesario para contener el pecado, pero su valor es instrumental y subordinado a lo espiritual.
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Formulada por Gelasio I: Dios otorga dos poderes: el espiritual (Papa) y el temporal (Emperador). El poder espiritual tiene primacía sobre el secular, pues guía las almas. Base de la supremacía papal en la Edad Media.
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Durante su reinado (527–565), el emperador controla Iglesia y Estado. En Oriente, el poder político domina el espiritual, lo que genera una visión autoritaria de la autoridad sagrada y legal.
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El poder se fragmenta en señores territoriales. El vasallaje crea relaciones de lealtad personal. La soberanía es compartida, y la ley depende de costumbres locales. No existe una estructura estatal centralizada.
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Integra el cristianismo con Aristóteles. La ley humana debe estar subordinada a la ley natural, que es expresión de la razón divina. Un gobernante injusto pierde legitimidad. Se introduce la posibilidad de resistir al tirano.
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Crítico del absolutismo papal. Propone una separación entre Iglesia y Estado, y defiende los derechos individuales. Argumenta que ningún poder es absoluto, y que debe haber control sobre la autoridad espiritual y temporal.
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Propone que el poder político reside en el pueblo. La Iglesia no debe intervenir en asuntos temporales. Defiende la autonomía del Estado y anticipa ideas modernas de soberanía popular. Niega la supremacía del Papa.
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Separa radicalmente la política de la moral. El gobernante debe ser eficaz más que virtuoso. Introduce los conceptos de virtù (capacidad de acción) y fortuna (azar). El poder se conserva mediante astucia y fuerza. Nace la ciencia política moderna