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  Nací en una sombría fábrica italiana de la empresa Olivetti. Pronto me metieron en un barco y navegué hasta San Sebastián, donde conocí a mi familia. Acababan de llegar de un pequeño pueblo de Extremadura y no tenían muchos recursos, pero ahorraron lo suficiente para acogerme.
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  En España comenzó la Guerra Civil y mi dueño tuvo que ir a defender sus ideas, por lo que me quedé esperando intranquila en casa junto a las mujeres de la familia.
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  Durante los últimos meses de la guerra, mi dueño me llevó con él a Cataluña. Pero, cuando el ejército de Franco ocupó Barcelona, tuvimos que huir a Francia.
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  Tras la Segunda Guerra Mundial, nos asentamos en Toulouse. Desde allí, mi dueño y yo trabajamos para seguir con la lucha y ayudar a la gente que vivía la represión en España.
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  Tras una vida dura, vuelvo con mi dueño a nuestro pueblo de Errenteria. Ahí comienza una nueva etapa, donde nos dedicamos al fin a disfrutar de la vida.
