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El hombre se consideraba un cúmulo de virtudes de las cuales no existía el concepto de trabajo.
Consideraban que únicamente las bestias y los esclavos debían trabajar. Con este tipo de conceptos sobre el trabajo, no es de extrañar que en roma no existiera el derecho laboral y mucho menos que hubiese leyes al respecto. -
Toda esta cultura laboral tan denigrante para el ser humano pasa a ser ocultada y escondida sin acceso al pueblo.
Las nuevas generaciones crecen en un ambiente donde el trabajo, aparte de necesario, comienza a considerarse como un bien social, una forma de sustancia casi única y obligatoria. -
Se basaba en grandes extensiones de tierra cuya propiedad
pertenencia al Estado, a la nobleza y que debían por tanto pagar altos intereses para poder sobrevivir. -
se va a hechos históricos como el descubrimiento de América, la fiebre del oro, la inflación, el cohecho, la corrupción, todos estos términos y nuevas necesidades sociales. Nace la gran competencia.
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Una nueva ideología que viene a decir que la riqueza no se
centra exclusivamente en tener o no propiedades de tierra. La revolución industrial nos enseñó que la riqueza no solo se obtiene por nacer en una familia noble, que en cualquier parte hay oportunidades de crecer, que las necesidades humanas pueden ser satisfechas y gracias a ello uno puede enriquecerse. Nace el concepto de “consumo”. -
La vieja Europa comienza un viaje que ya no podría volver nunca más atrás, desaparecen las antiguas leyes de trabajo dejando paso un fresco aire de liberalismo y comunismo.
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En favor de los trabajadores, en Francia aparece la llamada “Le Chatelier” que concede a los trabajadores el derecho a asociarse y a formar corporaciones sin riesgo a ser encarcelados o vejados.
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Es el antecedente oficial de lo que hoy conocemos como el Derecho Laboral moderno.