¿De dónde viene y para dónde va el cerebro?

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    Primero fueron las bacterias

    Primero fueron las bacterias
    Las bacterias eran y son uno de esos seres unicelulares y son el principio de la vida. En ellas también encontramos el principio del procesamiento de información. A pesar de su sencillez, eran seres que demostraban una primitiva capacidad de hacerlo.
  • 2

    El neuroepitelio: Tejido especializado

    El neuroepitelio: Tejido especializado
    De seres unicelulares la evolución pasó a los seres pluricelulares. Estas primeras células nerviosas eran células neuroepiteliales, una especie de células madre de las células nerviosas precursoras de las que disponemos. Conectaban la “piel externa” o epidermis y la “piel interna” o endodermis de los primitivos seres pluricelulares, permitiéndoles “sentir” el medio externo y responder a estimulaciones táctiles y químicas.
  • 3

    Sistema nervioso difuso

    Sistema nervioso difuso
    Esas células neuroepiteliales, en el curso de la evolución, dieron paso a neuronas primitivas. Su sistema nervioso permite uno de los hechos más importantes que caracterizan a las especies más desarrolladas: la plasticidad del comportamiento, aunque eso sólo en los seres más evolucionados del momento. Los primeros seres con registro de este sistema nervioso difuso fueron celentéreos como las hidras o las medusas.
  • 4

    Ganglios nerviosos

    Ganglios nerviosos
    Pequeñas agrupaciones neuronales con unidad funcional. Esta organización ganglionar permitía un contacto más rápido entre las neuronas que formaban parte del mismo núcleo. A partir de estos “centros de procesamiento” extendían sus axones a otras neuronas y núcleos.
  • 5

    Encefalización

    Encefalización
    Un ganglio fue elegido por la Selección Natural para volverse el principal centro de procesamiento de la información: el ganglio encefálico. Esta utilidad ha quedado patente a lo largo de los siglos de evolución haciendo que el ganglio encefálico, después encéfalo, se convirtiese en el centro neurálgico del procesamiento de la información.
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    Desarrollo de la médula espinal

    Desarrollo de la médula espinal
    La evolución dio lugar al filo de los cordados, los seres vivos que disponen de una cuerda dorsal compuesta por neuronas formando diversos núcleos. Dentro de los cordados, es en los vertebrados donde la médula espinal alcanza mayor desarrollo
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    Tronco del encéfalo, diencéfalo, cerebelo y sus capas

    Tronco del encéfalo, diencéfalo, cerebelo y sus capas
    Estos primeros centros de procesamiento siguen presentes en especies evolutivamente avanzadas como nosotros, los humanos. Se tratan de centros principalmente vinculados con la regulación de las funciones cada vez más complejas que cubren necesidades básicas: hambre, sueño, defensa (agresividad), sexualidad, etc; y de otras un poco más avanzadas y que aparecieron en los mamíferos como la termorregulación.
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    Hemisferios cerebrales y corteza cerebral

    Hemisferios cerebrales y corteza cerebral
    Los hemisferios cerebrales son la parte más nueva de nuestro sistema nervioso. Están formados por núcleos y los haces que unen esos núcleos. La corteza cerebral es uno de ellos. Es la organización neuronal compleja en capas y columnas que se arruga dentro de nuestro cráneo y es origen de funciones de procesamiento complejas como la memoria, el lenguaje, la imaginación, la consciencia, etc
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    Ardipithecus ramidus

    Ardipithecus ramidus
    El ardipithecus es probablemente uno de los antepasados más antiguos del ser humano jamás hallados. Este ser, de características simiescas, poseía un pequeño cráneo de aproximadamente 350 cm cúbicos (la de los chimpancés actuales oscila entre los 275 y los 500). El hecho de que vivieran en colectividad indica un cierto nivel de socialización, semejante al de los grupos familiares de otros grandes simios actuales
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    Australopithecus afarensis

    Australopithecus afarensis
    Esta especie se caracterizaba por un cráneo con una capacidad craneal relativamente pequeña, de alrededor de 400-480 cm cúbicos. El interior del cráneo poseía diferentes cavidades aéreas que protegían el encéfalo. La morfología podría reflejar la existencia de un lóbulo frontal relativamente pequeño, teniendo pocas capacidades cognitivas superiores y siendo su capacidad de razonamiento y planificación bastante limitadas en comparación a un ser humano actual.
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    Homo habilis

    Homo habilis
    El Homo habilis posee un cráneo de mayor tamaño y algo más redondeado, con una capacidad craneal de alrededor de 600-640 cm cúbicos. Se ha descubierto que esta especie era capaz de crear toscas herramientas, lo que exige de cierta habilidad de planificación y un desarrollo del área frontal algo superior a las anteriores especies. El hecho de que se hayan detectado restos que indican que cazaban sugiere también la capacidad de generar estrategias y una mejora del nivel de comunicación.
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    Homo erectus

    Homo erectus
    El volumen craneal de esta especie oscila entre los 800 y los 1000 cm cúbicos, siendo esta especie la que empezó a dominar y utilizar el fuego como herramienta. Creaban herramientas y cazaban cooperativamente. Aunque en menor medida que especies posteriores, probablemente poseían un lóbulo frontal algo más desarrollado. El alargamiento de la parte posterior del cráneo podría indicar un mayor desarrollo de los lóbulos occipital, parietal y temporal.
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    Homo neanderthalensis

    Homo neanderthalensis
    La capacidad craneal del homo neanderthalensis podía ser incluso superior a la nuestra, pudiendo en su caso alcanzar entre los 1400 y los 1900 cm cúbicos. Ello hace que no se sepa qué nivel de abstracción podían llegar a alcanzar. Poseían un área del lenguaje y que tenían capacidad de abstracción, empatía y un grado elevado de autoconciencia.
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    Homo sapiens

    Homo sapiens
    Nuestra capacidad craneal es menor en comparación con la de los neandertales, siendo la nuestra de alrededor de entre 1300 y 1800 cm cúbicos. Aunque su mayor capacidad craneal no quiere decir que tuvieran más o menos inteligencia (dependiendo ello en gran medida de la organización del cerebro y no solo de su tamaño), no podemos dejar de reflexionar que tal vez especies anteriores o diferentes fueran mucho más capaces de lo que originalmente se pensó, siendo algo a valorar en un futuro.