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“En el día dominical del Señor, reúnanse para partir el pan y den gracias, después de haber confesado sus pecados, de modo que su sacrificio sea puro”
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"Partiendo un único pan, que es medicina de inmortalidad, remedio para no morir, sino para vivir siempre en Jesucristo” (Carta a los efesios XX, 2)
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“Al final de las oraciones nos abrazamos dándonos el beso. Después son llevados, al que preside la asamblea de los hermanos, el pan y una copa de agua y vino caliente y él los toma dando alabanza al Padre del universo, por el nombre de Cristo y del Espíritu santo” (Apología I, 65).
SanJustino -
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“La Eucaristía ¿anula la obediencia ofrecida a Dios o, por el contrario, liga más a Él?¿Acaso no será más solemne tu estación si te detienes también junto al altar de Dios? Recibido y guardado en tu poder el cuerpo del Señor, se salvan ambas cosas: la participación en el sacrificio y el cumplimiento del deber (ayuno)” (La oración, 19. 2)
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“Nosotros celebramos por la mañana la resurrección del Señor (carta 63,16,2”“Cuando en el cáliz se mezcla el agua con el vino, es el pueblo el que se une a Cristo que es la multitud de los creyentes la que se adhiere y une a aquel en el que creyó” (Carta 63, 13, 1)
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“Los diáconos pongan la ofrenda y el obispo, imponiendo sobre ella las manos junto con los sacerdotes, dé gracias diciendo:“El Señor esté con ustedes”.Todos responden: “Y con tu espíritu”.“Levantemos los corazones”.“Los tenemos levantados hacia el Señor”.“Demos gracias al Señor”.“Es cosa buena y justa” (4)
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“Los diáconos acerquen los dones al obispo hasta el altar; los presbíteros permanezcan en pie a derecha e izquierda del obispo…Diga el pontífice: “En verdad es justo y necesario alabarte a ti, Dios verdadero, que existes antes de las criaturas, del que toma nombre toda paternidad en los cielos y en la tierra”…Te adoran los incontables ángeles, arcángeles, tronos, principados, poderes, querubines y serafines…diga todo el pueblo a la vez: Santo, santo, santo el Señor…” (VIII, 12, 3-27).
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“Saludé al pueblo, y, después del silencio, comenzó la solemne lectura de las divinas Escrituras”.
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