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El desembarco de Tariq ibn Ziyad en Gibraltar en abril de 711 marcó el inicio de la conquista musulmana de la Península Ibérica y la subsiguiente batalla de Guadalete en julio del mismo año fue decisiva. En este enfrentamiento, el ejército visigodo liderado por el rey Rodrigo fue derrotado, probablemente por la deserción de las alas del ejército y la superioridad táctica de las fuerzas musulmanas. Esta victoria facilitó la rápida conquista del territorio, dando lugar a la formación de Al-Ándalus
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Musa ibn Nusayr llegó a la península ibérica en 712, un año después de la expedición inicial de Tariq ibn Ziyad, con un ejército de aproximadamente 18,000 hombres para consolidar la conquista. Su llegada fue crucial para afianzar las posiciones musulmanas en territorios como Mérida y Toledo, que Tariq no había llegado a someter completamente, y su campaña conjunta culminó con la toma de ciudades como Zaragoza.
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Tras la victoria musulmana en la batalla de Guadalete (711) y la rápida expansión de las tropas de Tariq ibn Ziyad y Musa ibn Nusayr, los musulmanes avanzaron hacia el centro de la península. Toledo, que había sido la capital del reino visigodo, fue tomada casi sin resistencia. La ciudad se rindió pacíficamente, ya que el reino visigodo estaba desorganizado tras la derrota y muchos nobles visigodos pactaron con los invasores para conservar sus propiedades.
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Hacia 716, la conquista musulmana estaba prácticamente completa, y comenzaba el largo período de dominación islámica en la península que duraría hasta 1492.
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Después de la conquista musulmana de casi toda la Península Ibérica, Pelayo, un noble visigodo, se refugió en las montañas de Asturias.
Allí reunió a un pequeño grupo de cristianos y en el año 718 inició la resistencia contra los musulmanes.
Pocos años después, en la batalla de Covadonga (722), los cristianos lograron una victoria importante, que marcó el inicio de la Reconquista y el nacimiento del Reino de Asturias. -
En la Batalla de Covadonga (722), Pelayo y sus hombres vencieron a las tropas musulmanas, iniciando así la Reconquista.
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Los ejércitos musulmanes fueron detenidos por las fuerzas francas lideradas por Carlos Martel en la batalla de Poitiers (o Tours) en el año 732. Esta victoria fue decisiva para detener la expansión del Califato Omeya hacia el norte de Europa, y el líder franco fue apodado "Martel" (martillo) por esta hazaña.
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Abderramán I se proclamó emir independiente de Córdoba en el año 756, tras derrotar al último emir, Yusuf, y estableció el Emirato de Córdoba como una entidad separada del califato abasí de Bagdad. Su acción representó el restablecimiento del poder omeya en al-Ándalus, estableciendo un estado político y administrativamente independiente, aunque manteniendo la unidad religiosa con el califato abasí.
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La construcción de la Mezquita de Córdoba comenzó en el año 785 por orden de el primer emir de al-Ándalus, Abd al-Rahmán I, y sentó las bases de su futuro esplendor como símbolo andalusí. El emir decidió construirla sobre la antigua basílica visigoda de San Vicente, utilizando materiales reutilizados de edificios romanos y visigodos para acelerar la obra, que se completó en menos de dos años.
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Los francos, bajo el rey Carlomagno, establecieron la Marca Hispánica como zona fronteriza defensiva contra el islam. Tras la conquista de Gerona en 785, el ejército franco liderado por el hijo de Carlomagno, Ludovico Pío, reconquistó Barcelona en 801. Esta marca incluía varios condados, entre ellos el de Barcelona, y estaba gobernada por condes nombrados por los monarcas carolingios.
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El ascenso de Abderramán II al poder en el emirato de Córdoba en 822 marcó un periodo de gran florecimiento cultural y urbanístico.Impulsó la orientalización de la corte, organizó las estructuras del estado, la economía y embelleció Córdoba con grandes obras arquitectónicas como la ampliación de la mezquita, la construcción de alcazabas y murallas en varias ciudades, como Sevilla y Mérida. También fue pionero en acuñar su propia moneda en Córdoba lo que reforzó la autonomía económica del emirato
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En el año 844, los vikingos atacaron Sevilla y saquearon la ciudad durante siete días, pero fueron repelidos por las fuerzas musulmanas del emirato de Córdoba tras una batalla en la Batalla de Tablada. Este enfrentamiento, iniciado por una incursión de alrededor de 80 barcos vikingos por el río Guadalquivir, concluyó con una importante derrota para los vikingos.
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Los Mártires de Córdoba fueron un grupo de cristianos mozárabes que provocaron su martirio voluntariamente insultando el Islam y a Mahoma, en un contexto de creciente arabización y tensión religiosa durante el Emirato de Córdoba. Aunque buscaban reafirmar su fe, sus acciones generaron división entre la población cristiana y fueron condenadas por muchos que temían una represión más severa por parte de las autoridades musulmanas.
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El ascenso al trono de Abd Allah de Córdoba marcó el inicio de un período de extrema inestabilidad y revueltas internas, ya que el poder central omeya estaba debilitado. A pesar de esto, Abd Allah logró sobrevivir y sentar las bases para la futura restauración del Emirato gracias a su habilidad para utilizar los pocos recursos a su disposición y al apoyo de familiares y seguidores leales, sentando las bases para el posterior califato de Abd al-Rahman III.
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Abderramán III accedió al trono en 912 como emir y dedicó los siguientes años a pacificar Al-Ándalus, sometiendo rebeliones internas y estabilizando las fronteras. Su exitosa consolidación del poder lo llevó a autoproclamarse califa en 929, declarando la independencia religiosa y política de Al-Ándalus y dando inicio al Califato de Córdoba, un período de máximo esplendor.
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La proclamación del Califato de Córdoba ocurrió en el año 929, cuando el emir Abderramán III se autoproclamó califa, estableciendo el estado más poderoso de la península ibérica y marcando el cénit de al-Ándalus. Este evento puso fin al emirato independiente fundado por su antepasado Abderramán I en 756 y se debió, en parte, a la amenaza del Califato Fatimí en el norte de África.
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El máximo esplendor de Al-Ándalus se produjo durante el Califato de Córdoba un período en el que la región alcanzó una gran prosperidad política, económica y cultural. Políticamente, fue un estado centralizado y poderoso, económicamente floreció gracias a una agricultura avanzada, la artesanía y un comercio internacional activo, y culturalmente se convirtió en un referente del saber y el arte en la Europa medieval.
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La muerte de Abderramán III en 961 marcó el fin de su califato y dio paso al reinado de su hijo Alhakén II, quien fue un gran conocedor de las artes y las letras. Alhakén II, llamado "el sabio", continuó el esplendor del Califato de Córdoba, que heredó a los 47 años, e impulsó la cultura y la paz en al-Ándalus.
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Hisham II ascendió al poder en 976 como califa bajo la tutela de Almanzor, quien fue nombrado primer ministro (háyib) por el joven califa. Tras eliminar a sus rivales políticos y consolidar su poder, Almanzor se convirtió en el gobernante de facto, relegando a Hisham II a una posición de marioneta y controlando el califato durante décadas.
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Almanzor emprendió numerosas campañas militares contra los reinos cristianos, conocidas como aceifas o razias. Estas expediciones, que sumaron más de 50, tenían como objetivos principales la obtención de botín y esclavos, la destrucción de fortificaciones cristianas y el sometimiento político de la península ibérica. Destacaron sus saqueos en ciudades como Barcelona y Santiago de Compostela.
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El caudillo andalusí Almanzor saqueó y arrasó Santiago de Compostela en el año 997, en el contexto de la campaña militar número 48 de las 56 que realizó durante su mandato. El ataque tuvo como objetivo no solo el botín y la expansión del poder musulmán en la península, sino también la humillación de los reinos cristianos, castigándolos por su expansión.
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Almanzor murió en Medinaceli en el año 1002. Tras una última campaña militar, cayó gravemente enfermo, probablemente de gota, y fue llevado en una litera hasta Medinaceli, donde falleció. Su muerte, poco después de la batalla de Calatañazor, puso fin a sus más de 50 campañas militares contra los reinos cristianos.
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El Califato de Córdoba finalizó oficialmente en 1031 tras la deposición de su último califa, Hisham III, lo que desencadenó la fragmentación del territorio en numerosos reinos independientes, conocidos como los Reinos de Taifas. Este proceso fue el resultado de una crisis interna que venía gestándose desde el año 1009, conocida como la Fitna de Al-Ándalus, que culminó en la abolición del califato por una asamblea de notables en Córdoba.
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Alfonso VI de Castilla conquistó Toledo en mayo de 1085, tras una campaña militar que culminó con la entrada triunfal del rey en la ciudad el 25 de mayo. La toma de Toledo marcó un hito en la Reconquista, ya que significó el avance de la frontera cristiana hasta el río Tajo y la recuperación de una capital visigoda.
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Fue un proceso que incluyó su desembarco en Algeciras su victoria contra Alfonso VI en la batalla de Sagrajas, y posteriormente su retirada temporal a África. Tras esta primera victoria, su principal fuerza regresó a África, aunque dejaron un pequeño ejército en la península. A pesar de la victoria en Sagrajas, no se logró la aniquilación total de las fuerzas cristianas, y la conquista definitiva de los reinos de taifas por los almorávides se consolidaría en los años siguientes.
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los almorávides unificaron las distintas taifas de Al-Ándalus bajo su autoridad a partir de 1086, como respuesta a la presión cristiana tras la caída de Toledo, derrotando a los reinos taifas que consideraban laxos y frenando el avance cristiano en batallas como la de Sagrajas. Su dominio sobre la península ibérica duró aproximadamente hasta 1145, cuando fueron reemplazados por los almohades.
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La conquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador ocurrió el 18 de diciembre de 1118, tras un asedio de siete meses. Este evento fue crucial, ya que puso fin a 404 años de dominio musulmán y convirtió a la ciudad en la nueva capital del Reino de Aragón. El rey contó con la ayuda de un ejército de cruzados de varias regiones, lo que fue clave para someter a la ciuda
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Los almohades sustituyeron a los almorávides en el poder en al-Ándalus a partir de 1145. Este cambio se debió a la necesidad de reformar la práctica religiosa y a las rivalidades políticas en el norte de África, donde los almohades habían derrotado a los almorávides. La población andalusí en ocasiones vio con buenos ojos la llegada de los almohades como una alternativa a la opresión almorávide.
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La Orden de Santiago se fundó en 1170 por el rey Fernando II de León para defender la ciudad de Cáceres y a los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. La orden fue aprobada oficialmente por el papa Alejandro III en 1175. Su misión inicial fue la protección de la frontera con Al-Ándalus y la protección de los peregrinos, para lo cual se crearon hospitales y fortificaciones a lo largo del Camino de Santiago.
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La batalla de Alarcos, en 1195, fue una victoria decisiva para el califato almohade contra Castilla. Las tropas almohades, lideradas por el califa Ya'qub al-Mansur, infligieron un desastre militar a Alfonso VIII de Castilla, obligándolo a retirarse y forzando la frontera de vuelta al río Tajo. Esta derrota cristiana retrasó la Reconquista durante 17 años.
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La batalla de las Navas de Tolosa, ocurrida el 16 de julio de 1212, fue una victoria cristiana decisiva sobre el ejército almohade, liderado por el califa Muhammad al-Nasir. Esta derrota marcó el inicio del declive del poder almohade en la península ibérica, permitiendo una rápida expansión de los reinos cristianos de Castilla, Aragón y Navarra.
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Las tropas cristianas del Rey Fernando III conquistan la ciudad de Córdoba, y su mezquita es consagrada como catedral, bajo la advocación de la Asunción de la Virgen. Conquistó: Córdoba, Murcia, Jaén y Sevilla.
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Muhammad I fundó el Reino Nazarí de Granada en 1238, estableciendo a Granada como capital tras el Tratado de Jaén con Fernando III de Castilla. Inicialmente, se instaló en el Albaicín, pero pronto trasladó su residencia a la colina de la Sabika, donde inició la construcción de la Alhambra, una ciudad palatina que se convertiría en el centro de su poder.
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La reconquista de Sevilla tuvo lugar entre agosto de 1247 y el 23 de noviembre de 1248 por parte de las tropas castellanas de Fernando III de Castilla. La ciudad se encontraba gobernada por el caíd Axataf.
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a revuelta mudéjar de 1264-1266, o rebelión de los mudéjares, fue una rebelión musulmana en la Baja Andalucía y Murcia, regiones de la Corona de Castilla. Ocurrió en respuesta a la política castellana de reubicar a las poblaciones musulmanas de estas regiones y fue parcialmente instigada por Muhammad I.
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El reinado de Alfonso X el Sabio (1252-1284) marcó un florecimiento cultural cristiano al consolidar el castellano como lengua de cultura a través de la traducción de obras del latín, árabe y hebreo. Este proceso de síntesis cultural, que integró saberes de las culturas cristiana, musulmana y judía, sentó las bases del castellano como lengua culta y sentó un importante precedente para el conocimiento científico y literario en Europa.
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La ciudad de Gibraltar fue recuperada por los ejércitos benimerines y nazaríes, no por Granada directamente. Aunque la operación fue una victoria para el reino de Granada, dirigida por el rey Muhammad IV en alianza con los benimerines de Marruecos, la conquista la ejecutó el hijo del sultán marroquí, Abd-al-Malik. Esta reconquista duró hasta 1334, cuando los castellanos la volvieron a sitiar.
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El rey Alfonso XI murió durante el sitio de Gibraltar el 26 o 27 de marzo de 1350 a causa de la peste negra que afectaba a su ejército. Fue el único monarca de Europa que sucumbió a la pandemia. La muerte del rey ocurrió mientras comandaba el asedio para la conquista de la fortaleza, que se prolongó durante 76 años.
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Muhammad V fue un sultán que consolidó el poder del reino nazarí y llevó la Alhambra a su apogeo, aunque no es el creador original de la Alhambra. Entre sus obras más destacadas se encuentran el Palacio de los Leones, el Mirador de Lindaraja, y la finalización del Palacio de Comares. Su gobierno se caracterizó por una política diplomática que le permitió mantener su reino, consolidando el poder nazarí y logrando un periodo de estabilidad y esplendor cultural y arquitectónico.
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Castilla conquistó Gibraltar en dos ocasiones clave: durante el reinado de Fernando IV, en la última fase de la Reconquista, siendo el duque de Medina Sidonia quien lideró las tropas en esta última batalla. Ambas conquistas supusieron un importante avance para la Corona castellana en su control del estrecho de Gibraltar.
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La Guerra de Granada comenzó en 1482 con la toma de la estratégica plaza de Alhama por las fuerzas castellanas del marqués de Cádiz, en respuesta al ataque nazarí sobre Zahara el año anterior. Este evento se considera el inicio de los diez años de conflicto que culminaron con la caída del reino nazarí en 1492.
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Se conoce como la toma de Málaga al asedio llevado a cabo en 1487 mediante el cual los Reyes Católicos conquistaron la ciudad de Málaga a al Reino nazarí de Granada, en el contexto de la guerra de Granada.
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Las Capitulaciones de Granada fueron firmadas el 25 de noviembre de 1491 por el sultán Boabdil y los Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón) en el campamento de Santa Fe. Este acuerdo oficializó la rendición del Reino de Granada y puso fin a la guerra de Granada. El documento contenía los términos bajo los cuales la ciudad sería entregada y establecía derechos para la población musulmana, como la tolerancia religiosa y la preservación de bienes y leyes.
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La caída del Reino Nazarí de Granada tuvo lugar el 2 de enero de 1492, cuando el último rey, Boabdil, se rindió a los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Este evento puso fin a la dominación musulmana en la Península Ibérica, que se extendió por casi ocho siglos desde la conquista del año 711. La victoria de los Reyes Católicos en la Guerra de Granada marcó el fin de la «Reconquista» y la consolidación de su poder.