Surgimiento y Evolución (Los conocimientos tradicionales de la medicina en México)
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Los pueblos originarios de Mesoamérica desarrollan amplios conocimientos sobre el uso de plantas medicinales. Se consolida una relación espiritual y práctica con la naturaleza; las curaciones se realizan mediante rituales, hierbas y saberes transmitidos oralmente.
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Se consolidan prácticas médicas basadas en la religión y los monasterios. Carlomagno impulsa el cultivo de plantas medicinales en conventos. En el Renacimiento surge la “Doctrina dei Segni”, que asocia la forma de las plantas con sus usos curativos.
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Los colonizadores europeos catalogan las plantas, pero desvalorizan la medicina indígena. La Iglesia prohíbe muchas prácticas tradicionales, considerándolas paganas o brujería, aunque éstas sobreviven en la clandestinidad. Inicia un sincretismo entre medicina europea y conocimientos indígenas.
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En México, los conocimientos tradicionales medicinales continúan en comunidades rurales pese al avance de la medicina científica occidental. La medicina herbolaria se usa de manera complementaria y accesible para poblaciones campesinas.
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Se afianza la medicina alopática como modelo dominante, desplazando y minimizando los saberes tradicionales. El sistema capitalista convierte la salud en un bien de mercado, promoviendo medicamentos industriales y patentes. La medicina tradicional es catalogada como “no científica”.
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Surgen movimientos sociales y ambientales que reivindican los saberes tradicionales y la bioculturalidad. Se plantea la necesidad de reconocer los Conocimientos Tradicionales Medicinales (CTM) como patrimonio cultural y parte del desarrollo rural sostenible. Las “Epistemologías del Sur” (Boaventura de Sousa Santos) promueven la valoración de saberes locales y comunitarios.
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Las comunidades rurales, especialmente mujeres curanderas, revalorizan el uso de plantas medicinales. Se promueve la integración entre conocimientos tradicionales y científicos para una salud integral y sostenible. Los CTM se reconocen como parte esencial de la identidad cultural y la soberanía sanitaria de los pueblos.