Práctica 2: Hitos de la criminología

  • 1250 – Song Ci (China)
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    1250 – Song Ci (China)

    El médico forense Song Ci escribió Xi Yuan Ji Lu (Lavar las injusticias), considerado el primer tratado de medicina legal de la historia. En él detalló métodos para realizar autopsias, distinguir entre diferentes causas de muerte (por ejemplo, asfixia, ahogamiento o heridas) y detectar asesinatos disfrazados de accidentes. Su obra sirvió como manual para jueces e investigadores en la China imperial y marcó un precedente en el estudio sistemático de la criminalística.
  • 1670 – Anton van Leeuwenhoek

    1670 – Anton van Leeuwenhoek

    El científico neerlandés perfeccionó el microscopio, logrando lentes de gran aumento que permitieron observar bacterias, glóbulos rojos y fibras diminutas. Esta innovación abrió un nuevo campo de análisis en el estudio de evidencias microscópicas como fluidos, cabellos o fragmentos biológicos, sentando las bases de la microscopía forense.
  • 1835 – Henry Goddard

    1835 – Henry Goddard

    El investigador británico fue pionero en la aplicación de la balística forense. Resolviendo un caso criminal, logró identificar una bala comparando las marcas que dejó con el molde del arma usada, demostrando que cada proyectil conserva características únicas. Su trabajo estableció la importancia de las pruebas balísticas en la identificación de armas y criminales.
  • 1883 – Alphonse Bertillon

    1883 – Alphonse Bertillon

    El criminólogo francés ideó el bertillonaje, un sistema de identificación basado en medidas corporales como la longitud de los brazos, el tamaño de la cabeza o el ancho de los pies. Durante décadas fue utilizado por la policía para reconocer reincidentes. Aunque con el tiempo fue reemplazado por técnicas más precisas, representó un gran paso hacia la identificación científica de sospechosos.
  • 1892 – Francis Galton

    1892 – Francis Galton

    Publicó su obra Finger Prints, en la que demostró que las huellas dactilares son únicas e inalterables a lo largo de la vida. Galton diseñó un sistema de clasificación que permitió su uso sistemático en investigaciones criminales y procesos judiciales. Con este avance, la dactiloscopía se convirtió en una de las herramientas más confiables de identificación personal.
  • 1895 – Hans Gross

    1895 – Hans Gross

    El jurista austriaco publicó Manual del Juez de Instrucción, considerada la obra fundacional de la criminalística moderna. En ella propuso la aplicación del método científico a las investigaciones judiciales, recopilando técnicas de observación, experimentación y análisis que podían ser utilizadas por jueces e investigadores. Este enfoque integró conocimientos de múltiples disciplinas en la práctica forense.
  • 1901 – Karl Landsteiner

    1901 – Karl Landsteiner

    El médico austríaco descubrió los grupos sanguíneos humanos (A, B, AB y O), lo que revolucionó la medicina y tuvo aplicaciones directas en la investigación criminal. A partir de su hallazgo, la sangre pudo ser utilizada como evidencia para descartar o relacionar sospechosos con escenas del crimen, impulsando la serología forense.
  • 1923 – Edmond Locard

    1923 – Edmond Locard

    El criminólogo francés formuló el famoso Principio de Intercambio de Locard: “todo contacto deja una huella”. Este principio sostiene que al interactuar, una persona siempre deja rastros en el entorno y a la vez se lleva otros consigo. Esta idea se convirtió en uno de los fundamentos de la investigación forense moderna y dio origen a la creación de laboratorios de criminalística en Europa.
  • 1932 – FBI (Estados Unidos)

    1932 – FBI (Estados Unidos)

    Se fundó el Laboratorio del FBI en Washington D.C., uno de los primeros y más avanzados centros especializados en criminalística del mundo. Este laboratorio centralizó la aplicación de técnicas forenses como huellas dactilares, balística, análisis químico y biológico, impulsando la profesionalización y estandarización de los procedimientos forenses a nivel internacional.
  • 1984 – Alec Jeffreys

    1984 – Alec Jeffreys

    Desarrolló la técnica de la huella genética, un método revolucionario que permitió identificar a personas a partir de su material genético. A partir de entonces, el análisis de ADN se convirtió en una de las herramientas más poderosas y precisas de la criminalística, utilizada en investigaciones criminales, identificación de víctimas y pruebas de paternidad.