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Los primeros intentos de reflexión ética surgen en los pensadores presocráticos que exploran la naturaleza del bien. La justicia y el orden del cosmos, como Heráclito, Parménides y Pitágoras.
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Sócrates establece la ética como una cuestión de conocimiento y autoconocimiento. Introduce el principio de que "conocer el bien es hacer el bien", y destaca la importancia de la virtud y el diálogo.
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Aristóteles desarrolla su Ética Nicomáquea, proponiendo que la felicidad (eudaimonía) es el fin último de la vida humana. Su ética de la virtud establece que la moralidad se basa en la moderación y en la práctica de las virtudes, como la valentía y la justicia.
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El Estoicismo promueve una ética centrada en la autodisciplina, el control de las pasiones y vivir de acuerdo con la razón y la naturaleza, destacando la virtud como la única fuente de felicidad verdadera.
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San Agustín fusiona la ética platónica con el cristianismo, planteando que el amor a Dios y la obediencia a la voluntad divina son el centro de la vida moral. La moralidad es vista como un medio para alcanzar la salvación.
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En su obra Leviatán, Hobbes establece una ética basada en la idea de que los seres humanos, motivados por el egoísmo, requieren un contrato social para evitar el caos y asegurar la paz y la moralidad en la sociedad.
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Kant introduce la ética deontológica, que sostiene que la moralidad depende del cumplimiento del deber, independientemente de las consecuencias. Propone el imperativo categórico, una regla ética universal que debe ser seguida por todos.
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Mill desarrolla el utilitarismo, que argumenta que las acciones son moralmente correctas si maximizan la felicidad y el bienestar para el mayor número de personas. La ética se enfoca en las consecuencias de las acciones.
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Nietzsche desafía la moralidad cristiana y la ética tradicional, proponiendo la idea del "superhombre" y la voluntad de poder como base para una ética que celebre la vida y la autoafirmación, en lugar de la sumisión a normas ajenas.
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Sartre y otros filósofos existencialistas defienden que no hay valores universales predeterminados; la ética es el resultado de la libertad individual y la responsabilidad de crear nuestros propios valores a través de las decisiones.
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En el siglo XXI, la ética se amplía a temas contemporáneos como la bioética, la ética ambiental y la ética digital, donde se abordan cuestiones como los derechos humanos, el cambio climático, la inteligencia artificial, y la genética.