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La Revolución Francesa tuvo sus raíces en la crisis económica que enfrentaba Francia en el siglo XVIII. El país estaba fuertemente endeudado debido a los costosos conflictos militares, como la Guerra de los Siete Años y la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. La monarquía francesa estaba gastando mucho más de lo que recaudaba en impuestos. Además, la población sufría de impuestos injustos y la escasez de alimentos, lo que llevó al descontento generalizado.
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Para abordar la crisis financiera, el rey Luis XVI convocó a los Estados Generales en 1789, una asamblea que representaba a los tres "estados" de la sociedad francesa: el clero, la nobleza y el Tercer Estado (burguesía y campesinos). Sin embargo, la representación desigual en esta asamblea llevó a la formación de la Asamblea Nacional Constituyente por parte del Tercer Estado.
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La Asamblea Nacional Constituyente proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en agosto de 1789, que establecía los principios de igualdad, libertad y fraternidad. Esta declaración marcó un hito importante en la historia de los derechos humanos y se convirtió en un símbolo de la Revolución.
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La Revolución se volvió más radical con el tiempo. En 1792, el Tercer Estado proclamó la Primera República Francesa y la monarquía fue abolida. Esto llevó a la ejecución del rey Luis XVI y la reina María Antonieta.
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Durante este período, el Comité de Salvación Pública, liderado por Maximilien Robespierre, estableció un régimen de represión conocido como el Reinado del Terror. Miles de personas, incluidos nobles y líderes contrarrevolucionarios, fueron ejecutadas en la guillotina. El objetivo era purgar la Revolución de sus enemigos internos y externos.
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Después del colapso del gobierno radical, se estableció el Directorio, un régimen moderado que buscaba restaurar cierta estabilidad en Francia. Sin embargo, el Directorio fue inestable y marcado por la corrupción y la ineficacia.
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En 1799, el general Napoleón Bonaparte dio un golpe de Estado y se convirtió en el Primer Cónsul de Francia, consolidando así su poder. Esto marcó el fin de la Revolución Francesa y el inicio de la era napoleónica.