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Según el libro del Génesis, Dios creo el primer hombre y mujer, Adán y Eva. Se les prohíbe comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, pero desobedecen tras ser tentados por la serpiente. Como consecuencia, son expulsados del Edén, marcando la entrada del pecado y la mortalidad en la historia humana.
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Caín y Abel, los hijos de Adán y Eva, ofrecieron regalos a Dios. Dios aceptó el de Abel, pero no el de Caín, lo que hizo que Caín se enojara y matara a su hermano. Dios lo castigó y lo mandó a vagar lejos, pero lo protegió para que nadie lo lastimara.
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Dios decidió purificar el mundo de la maldad mediante un gran diluvio. Noé, un hombre justo, construyó un arca para salvar a su familia y a parejas de cada especie animal.
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Los hombres intentaron construir una torre que alcanzara el cielo. Dios confundió sus lenguas y dispersó a la humanidad, deteniendo su arrogancia.
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Dios llamó a Abraham y le prometió hacer de él una gran nación. Abraham obedeció, dejando su tierra natal para comenzar una nueva vida de fe.
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Debido a su extrema maldad, Dios destruyó Sodoma y Gomorra. Solo Lot y sus hijas escaparon, aunque su esposa fue convertida en estatua de sal por mirar atrás.
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Dios puso a prueba a Abraham pidiéndole que sacrificara a su hijo Isaac. Abraham obedeció, pero Dios detuvo el sacrificio, demostrando su fe.
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Durante su huida, Jacob soñó con una escalera que conectaba el cielo con la tierra. Dios le reafirmó la promesa hecha a Abraham, asegurándole descendencia y bendición.
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José fue traicionado y vendido por sus hermanos. En Egipto, tras múltiples pruebas, llegó a ser gobernador y salvó a su familia durante una gran hambruna.
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En el monte Sinaí, Dios entregó a Moisés las leyes que debían regir la vida del pueblo de Israel: los Diez Mandamientos.
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Moisés guio al pueblo de Israel fuera de la esclavitud egipcia. Con la ayuda de Dios, cruzaron el Mar Rojo, iniciando su travesía hacia la tierra prometida.
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Bajo el mando de Josué, los israelitas rodearon Jericó durante siete días. Las murallas cayeron milagrosamente tras los toques de trompetas, permitiendo su conquista.
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David, segundo rey de Israel, consolidó el reino y estableció una era de unidad. Su victoria sobre Goliat y su devoción a Dios lo hicieron una figura central.
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Salomón, hijo de David, construyó un majestuoso templo a Dios. Fue el centro espiritual de Israel y símbolo de la alianza entre Dios e Israel.
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Tras la conquista de Jerusalén por Nabucodonosor II, muchos israelitas fueron llevados a Babilonia. Este evento marcó una profunda transformación teológica y cultural.