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Desde el día en que nace, el niño es recibido como alguien que pertenece al grupo. Necesita de las otras personas, y muy pronto aprende a qué entidad pertenece. Mucho antes de saber hablar, el bebé empieza a “dar”, pues brinda a sus familiares, y en particular a la madre, muestras de afecto. Se establece un intercambio de gestos cariñosos, de aprecio y de pertenencia. Dentro de este marco afectivo, paso a paso se le enseñan al niño reglas de comportamiento.
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Durante el ciclo de educación primaria, el alumno aprende a leer, a escribir y a hacer cálculos; lee cuentos infantiles; escucha historias narradas por el maestro; participa en algunas excursiones para conocer el entorno del colegio; empieza a darse cuenta de lo que es la vida social.
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, no es de maravillar que todos los grupos humanos traten de reforzar en sus miembros la conciencia de la importancia, el valor y la indispensabilidad de las técnicas culturales y el modo más sencillo para reforzar tal conciencia consiste en atribuir o reconocer a las preciadas técnicas un carácter sacro, por el cual la ignorancia, la violación o el menoscabo de ellas adquiere la calidad de acciones perversas o impías, o sea, tales como para incurrir en castigos humanos o divinos.