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En la Edad Media se afianzaron las ideas de desigualdad de las mujeres que en mucho país aun siguen vigentes a días de hoy.
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EL Corán recogía que “los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos y a otros y de los bienes que gastan
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Se comienzan a creer en la idea de que la mujer no es una cosa ni propiedad del Estado y empieza a condenar la violencia brutal contra las féminas fuera del hogar. También surgen las primeras pinceladas del feminismo con María Le Jars de Gournay y su obra ‘La igualdad de los hombre y las mujeres’.
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Por lo demás, la figura femenina sigue sin derechos propios como persona, a pesar del nacimiento del movimiento sufragista femenino británico, que no consiguió su objetivo hasta 92 años después.
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Pero es a partir de la mitad de siglo, y sobre todo a finales, cuando se comienzan a tomar medidas contundentes contra aquellos hombres que maltratan tanto psicológica como físicamente, tanto dentro como fuera del hogar.
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se adopta el Convenio número 100 “relativo a la igualdad de remuneración entre la mano de obra masculina y la mano de obra femenina por un trabajo de igual valor”.
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Desde los 80 hasta la actualidad, la mayoría de países del mundo han adoptado medidas que condenen cualquier tipo de discriminación o violencia contra las mujeres, aunque todavía hay muchos que no se pone en práctica.
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Para las mujeres que sufren violencia de género, este encierro obligado es una condena. Condenadas a vivir con sus maltratadores, las mujeres que sufren violencia de género son las grandes víctimas de esa situación generalizada de confinamiento.
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Coronavirus y violencia de género son dos términos que ya por separado generan sentimientos como el miedo. Si los juntamos, la combinación puede ser peligrosa. Hoy analizamos por qué estos días de confinamiento se pone la lupa sobre la violencia machista y sus víctimas.
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Hoy, los violentos ya no necesitan ningún esfuerzo para aislar a la víctima. La pandemia de Covid-19 puso a la mayor parte de la humanidad en confinamiento obligatorio, dejando a las víctimas de violencia doméstica en condiciones de mayor vulnerabilidad, con muchos menos recursos disponibles.