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Este año, no estoy tan contenta por las veces que he ido a la iglesia por motivo de mi horario y los malestares de mi madre . Hubo años en los que estuve más activa con respecto a ir a escuchar la palabra. Pero, mi madre yo nos hicimos una promesa: debemos retomarlo y debemos ir frecuentemente a la iglesia en lo que queda del año.
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Hubo un tiempo en que me comprometí en levantar muy temprano para leer la biblia, para tenerlo más fresco en mi mente; quería que esta costumbre se quedara conmigo y mi madre me acompañaba todas estas mañanas.
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Cuando nos reuníamos con los hermanos, hacíamos un compartir en la que cada uno aportaba trayendo algo. Además de esto, lo que valía más era estar acompañada de grandes personas que se preocupaban por cada uno de nosotros, te aconsejaban, te ayudaban y siempre con la palabra de Dios por delante.
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Con la compañía de mi mamá y mi hermana menor íbamos a la iglesia e incluso hacíamos grupos de lecturas bíblicas con los hermanos y hermanas.
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Lo bueno, es que mi madre me enseñó a orar desde pequeña. Esto aún lo sigo haciendo; antes de comer, dormir o simplemente quiero conversar con él.
