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Un colegio fundado por el obispo Nadal y confiado a María Arbona y María Ferrer.
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"María Arbona Mir se distinguió por una fe a toda prueba y una confianza sin límites, que le hacía esperar todo de la mano de Dios, sin que nunca la arredraran la falta de bienes materiales o las grandes dificultades que hubo de afrontar a los principios. Brilló sobre todo por su fortaleza y desinterés material" (Juan, 1986)
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En 1829, Fernando VII, Rey de España, concedió el título de Real al colegio
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El colegio tuvo mucha fama pero en aquel momento estaba a punto de desaparecer.
Después de acudir a muchas personas y congregaciones para intentar rescatarlo, ninguna se mantiene en el cargo porque no se ven capaces de afrontar las dificultades del centro.
Entre otros motivos, el colegio se encontraba en esta situación porque no estaba preparado para las nuevas reformas impuestas a las instituciones pedagógicas, de cara a las metodologías y al funcionamiento del centro. -
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El 16 de julio de 1852 el obispo Salvá intentó levantar el colegio dando la dirección a las religiosas del Sagrado Corazón. Las hijas de la nobleza volvieron a llenar el Colegio pero el 13 de abril de 1854, las religiosas abandonaron la isla.
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Declara inteligencia, dotada de amabilidad, prudencia y discreción, caridad y celo por la enseñanza, trabajó siempre para gloria de Dios y bien de las alumnas. Mostrose en toda ocasión dueña de sí misma y accesible a todas. Animada como estaba por el amor a Dios y al prójimo, era el alma del colegio. Arrastraba a la práctica de las virtudes, caracterizada como estuvo por una sencillez y agrado que le ganaba las voluntades.
(Juan, 1986) -
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Fallece Francisco y Alberta siente la necesidad de replantear su vida. Sufre mucho pero se abandona en las manos de Dios providente. Era muy consciente de la situación que estaba viviendo y sabía que no podría sostener el colegio que tenía con su marido. Además, tenía que mantener a Albertito y cuidar a sus padres.
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Recibe una propuesta inesperada: el alcalde de Palma, Rafael Manera; el inspector de las escuelas de enseñanza, José Ignacio Morales; y don Tomás Rullán, un visitador que va a ser una figura clave en el colegio de la Pureza. Don Tomás acudió a visitar a la madre con la finalidad de interpretar la voluntad del obispo, titular del Real Colegio de la Pureza.
Ella acoge esta visita como una llamada de Dios y ve necesario orarlo, desde la confianza en el Dios providente y desde la realidad. -
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El obispo Salvá le concede todas las atribuciones de rectora y todas las posibilidades para que ella tome las decisiones a nivel de gestión y administrativo.
(H. María Jesús Barceló) -
Una vez Madre Alberta ha llegado a la Pureza, el obispo Salvá intenta nuevamente confiar el colegio a otras religiosas, a las de la Congregación de Jesús. El obispo dudaba de la capacidad de una sola persona para levantar el colegio.
(H. María Jesús Barceló y Juan, 1986) -
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Don Tomás Rullán fue la mano derecha de la madre. Era un sacerdote sólido, trabajador y con un crédito moral relevante no solo una institución eclesiástica sino también en la sociedad. Tenía fama por ser un hombre coherente y sensato; de una talla y una profundidad espiritual extraordinaria. Fue un apasionado de la pedagogía y la educación como la madre.
(H. María Jesús y Fullana, 2020) -
Alberta estuvo tres etapas al frente de la institución. Una primera entre 1870 y 1892; una segunda entre 1892 y 1901; y, la tercera, hasta 1916, como superiora general del instituto de derecho pontificio.
(Fullana, 2020) -
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El cargo de superiora general se renovaba cada 9 años y, en consecuencia, su segundo mandato debería durar hasta 1919. [...] Convocaron la asamblea capitular porque la fundadora consideró llegado el momento en que Dios le pedía hacerse a un lado.
(Fullana, 2020) -
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