1imaginando compras

Lo que me debió vender

  • Imaginando compras

    Imaginando compras
    Compras. Lo que uno quiere. Lo que uno puede. Y yo solo podía con cinco CUC para un metro de tela de 7 CUC. Pero soñar es lo que menos cuesta, y así me fui a la tienda, 28 minutos antes del cierre, a ver qué telas y qué precios encontraba. A mi jefe podría molestarle mi ausencia en el trabajo. No conté con que a la dependienta le fastidiara mi llegada. Al final, mi jefe ni se enteró y la vendedora casi infartó.
  • Period: to

    Lo que me debió vender

    Esta historia sucedió el 20 de marzo del 2013. Por motivos de aglomeración de hechos en una misma fecha, se escalonó en día sucesivos. La autora ruega disculpas por las molestias que pudiera ocasionar.
  • La Casa Azul.

    La Casa Azul.
    La Casa Azul, una tienda que abre de 9:00 AM a 6:00 PM. La más grande de Las Tunas. Dos pisos. No sé si la mejor surtida, pero hay en ella un poco de casi todo lo que nos acostumbró a tener la necesidad. Uno podría pensar que de 5 a 6 la tienda se abarrota porque en ese intervalo, por lo general, los trabajos cierran. Error. Los obreros, cansados, van para sus casas. Para compras ya se fugaron antes como ahora lo hago yo.
  • Tiendas, lo que se espera encontrar.

    Tiendas, lo que se espera encontrar.
    Tiendas. Lo que espero encontrar dentro de una de ellas, luego del producto, es un trato decoroso, ya ni siquiera amable. Es más, si hay una sonrisa, si hay gestión de venta: -¡te queda precioso!, ¡ese color te sienta fenomenal! (aunque sea mentira)-, si hay desvelo por encontrar el objeto de mi deseo para que yo compre y gaste mi dinero y vuelva, me dan hasta deseos de dejar propina aunque no me quede un peso.
  • Departamento de telas

    Departamento de telas
    El departamento de telas está solo. Tampoco es de los más visitados. El metro de franela que me gusta cuesta casi 7 CUC. Un CUC, en Cuba, por impuesto, vale más que un dólar americano. Al euro le otorga de 15 a 30 centavos de ventaja según el cambio. Solo que el CUC es segunda moneda. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, el salario promedio de un trabajador es de 455 pesos cubanos. Y 25 pesos cubanos hacen un CUC.
  • Sonrisas

    Sonrisas
    Así como en la imagen, me mantuve yo con una sonrisa en la cara. Quizás no tan efusiva. Tal vez una sonrisa a medias mientras tocaba las telas, comparaba, determinaba cuál me iba a durar más, cuál sería más barata, si medio metro me alcazaba y, hasta sonriendo, dudé en acercarme a unos conos de tela detrás del mostrador por temor a que me requiriera la misma vendedora que jamás se acercó ayudarme.
  • Vendedora

    Vendedora
    Si yo fui sonrisas todo el rato, la vendedora de mi historia jamás sonrió -ya me hubiese gustado ver tanta atención como en la foto-. Ni se inmutó al verme merodeando. Sacaba cuentas. Antes de las 6, la hora del cierre, cuadraba la caja. –Mima, ¿será que puedo ver las telas detrás del mostrador?- pregunté. Levantó la cabeza, la boca en forma de “me interrumpes, miró los conos y, como profesora de malas pulgas a un alumno, asintió.
  • ¿Satisfecha?

    ¿Satisfecha?
    La sonrisa la mantuve. Al principio, de optimismo, de satisfacción -comprar aunque no tenga ni dinero es buena terapia-; luego fue una sonrisa de “tu trabajo soy yo y no te importo, así que te fastidio el día porque, aunque con mala gana, lo tienes que hacer”. En la foto, la vendedora complacida espera el pago de su clienta. En mi historia, la dependienta, con fastidio, me cobra los 3,43 CUC que descuadraron su día y su caja.
  • "Mi trabajo es usted”

    "Mi trabajo es usted”
    Uno a veces peca de iluso como he hecho yo con esta imagen. En ella la vendedora te dice con sus gestos: “mi trabajo es usted”. En mi historia, mi vendedora dijo: “la piedra de mi camino es usted”. La boca como huevo frito explotando en msshhi, msshhe, msshhi, msshhe…, la respiración salvaje, la rabia contenida al batir el lápiz y el dinero contado, y la mirada fiera ante mi “llevaré medio metro de aquella tela verde del final”.
  • ¡Mira que uno sueña!

    ¡Mira que uno sueña!
    Cuando leo sobre las cualidades que debe tener un vendedor, imagino la sonrisa, el trato amable, la sugerencia, la paciencia, la dedicación a mi persona. Me veo feliz con mi compra porque me ha convencido de que mejor inversión del tiempo y el dinero no he podido antes hacer. Es como en esta foto. ¡Mira que uno sueña! La realidad me mostró que lo más amable que podía recibir era un “gracias” pujado, de protocolo, cansado.
  • Lo que hubiera querido vivir

    Lo que hubiera querido vivir
    La sonrisa –ya de burla- me la guardé al dar la vuelta. Salí decepcionada, con ganas de no volver, de joderle la vida a la dependienta con una queja, resignada porque esa tela en otras partes no se encuentra y tuve que comprarla aguantando los nulos deseos de vender de esa señora que cargaba en su trabajo una obstinación acumulada, suficiente para acabarle las ganas de compras a cualquiera. ¿La foto? Lo que ansié vivir. ¿La imagen real? Cámaras prohibidas en interiores me la impiden mostrar.