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Mi nacimiento fue muy esperado por mi familia, nací al medio día y según cuanta mi mamá fue algo forzoso porque no quería salir, cuando nací lo primero que escucharon decir al doctor era que tenía una "Displacía en el pabellón auricular derecho" y generó mucha duda en mis padres, me hicieron un par de exámenes para comprobar que podía escuchar, lo cual se confirmó, generando tranquilidad en mi mama.
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Bea fue mi primera mascota, fui yo quien la elegí, siempre fue algo huraña y no le gustaban los niños, pero siempre fue un apoyo emocional y una amiga fiel.
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Mis papás nos habían metido a mí y a mi hermana a clases de natación, fue ahí cuando descubrí que no me gustaba el ejercicio, pero si nadar.
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Recuerdo que me sentía muy nerviosa, extrañaba mucho a mi familia, algunas veces llore, pero aún así fue una linda experiencia la cual disfrute.
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Recuerdo que al llegar con el Instructor, extendió su mano y comparo el tamaño de su mano con el mío, después lo único que dijo fue: "Puede tocar la Flauta"
Tocar la flauta me gusto mucho, no me gustaba practicar, pero disfrutaba los métodos de enseñanza que el instructor usaba. -
Recuerdo que fue en la noche cuando le dieron la noticia a mi papá, no comprendía la magnitud de que nos cambiarían, pues jamás me había mudado a otra ciudad, pero sabía que nuestra vida como familia cambiaría desde ese momento.
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Me había terminado de bañar cuando vi a mi papa en una esquina hablando por teléfono, cuando nos dio la noticia, nos sentimos muy tristes, ya que disfrutábamos mucho Villahermosa, nuestra estancia en ese lugar fue muy gratificante, la iglesia era muy cálida y pasábamos tiempo en familia.
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Ella fue mi segunda mascota, la adoptamos porque nadie la quería, es una mascota muy amorosa y fiel.
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Su llegada fue inesperada, estábamos en Montemorelos y mis padres y hermana habían salido, cuando llegaron solo vi que mi hermana tenía una bolsa y cuando me mostró lo que había dentro no pude evitar saltar de la emoción.
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Recuerdo que cuando dejamos a Romi, lloré mucho, me sentía sola, pero sabia que ella iba a estar bien.
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Realmente nunca había pensado en entrar a un club, hasta que mis amigos me empezaron a insistir en entrar al suyo, me convencieron y creo que fue una de las mejores decisiones que he tomado.
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Recuerdo que todo pasó muy rápido, en una semana la salud de Bea había empeorado terriblemente, y un sábado en la madrugada mis papás me dijeron que era hora de despedirme de ella, después de 12 años de compañía debía decirle adiós, la mañana siguiente la casa se sentía vacía, aún la extrañamos.
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Fue justo unos meses después de que Bea murió, una hermana nos había mandado una foto suya, y no pudimos resistirnos.
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Personalmente nunca me había gustado acampar, pero supe que esta era una oportunidad no solo de participar, sino de reforzar mi comunión con Dios, la experiencia fue cansada, pero a la vez la disfrute mucho junto con mis compañeros y amigos.