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La producción pasó de talleres artesanales a fábricas enormes. Esto trajo un problema: cada producto salía diferente. Para solucionarlo, empezaron a crear estándares de medidas y piezas. Fue el inicio de pensar en la calidad como algo que debía ser igual para todos.
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En Bell Labs, Shewhart inventó los gráficos de control estadístico. Su idea era simple pero poderosa: usar matemáticas para vigilar los procesos y asegurarse de que fueran estables. Aquí nace la normalización en el control de procesos.
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Con la guerra, la producción en masa de armas y equipos necesitaba ser confiable y uniforme. Se desarrollaron métodos de inspección y control estandarizados. Fue una época en la que la calidad se volvió cuestión de vida o muerte.
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Después de la guerra, los japoneses querían reconstruir su industria. Invitaron a Deming y Juran, quienes enseñaron sobre mejora continua y control de procesos. Japón pasó de ser visto como productor de “cosas baratas” a ser símbolo de calidad mundial.
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Los trabajadores empezaron a reunirse en grupos llamados círculos de calidad. Allí analizaban problemas y proponían mejoras. La estandarización ya no era solo de jefes e ingenieros, sino de toda la organización.
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Nació la Organización Internacional de Normalización (ISO). Su misión: crear normas internacionales que facilitaran el comercio y garantizaran productos confiables en todo el mundo.
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Se publican las primeras normas ISO 9000, que dieron un marco común para gestionar la calidad en cualquier empresa. Desde entonces, obtener la certificación ISO se volvió un sello de confianza.
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Con la globalización, las empresas necesitaban competir a nivel internacional. Nació el concepto de Gestión de la Calidad Total (TQM): no era solo inspeccionar, era hacer bien las cosas desde el principio y en todas las áreas.
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Empresas de todo el mundo adoptan métodos como Lean (eliminar desperdicios) y Six Sigma (reducir errores). Además, las normas ISO se actualizaron (ej. ISO 9001:2015), adaptándose a las nuevas exigencias.
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Hoy la calidad se cruza con la digitalización, inteligencia artificial e Industria 4.0. Ya no solo buscamos estandarizar procesos, sino también adaptarlos a un mundo global, conectado y sostenible.