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Nací en un hogar de siete hermanos, donde mis padres me educaron los primeros años de mi vida con mano firme, uno de los principales valores era la obediencia y estaba prohibido contestar.
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Mi madre no fue la más amorosa durante la infancia, éramos muchos hermanos y no había tiempo para ser afectiva, sin embargo nunca nos falto nada.
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Cumplí mis XV años y mis padres no pudieron hacer ningún festejo, sin embargo recuerdo a mis compañeros de la secundaria que con mucho gusto bailaron con migo e hicieron una sándwiches, es uno de mis recuerdos más felices de la adolescencia.
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Egrese de la preparatoria y mis padres no pudieron estar a mi lado en la ceremonia porque a mi padre lo operaron del Corazón y estaba convaleciente. Pero siempre estuvo a mi lado a pesar de ello, confiando en mis decisiones y yo brindando todo el apoyo para que pudiera salir delante de su cirugía.
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Al egresar de la preparatoria inicio mi vida profesional también, mi papá no podía trabajar y me vi en la necesidad de comenzar a trabajar, gracias al apoyo de una maestra y su padre inicie como docente interina en una comunidad de Zumpahuacán donde dure 5 años trabajando y nació el amor hacia la docencia, descubrí en esta noble tarea una forma de ayudar a las personas tal como siempre lo quise hacer.
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Mi padre fue albañil, panadero, arbitro, aprendí de el que todos los trabajos son dignos cuando se gana el dinero de una forma honrada. Las hermanas mayores apoyamos con nuestro trabajo a la hora de la salida de la escuela en la construcción de la casa.
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- participe por primera vez en un maratón en el cual gane el primer lugar, mi padre estaba a mi lado motivándome, gané una onza troy de plata. Mi papá estaba muy orgullosos de mi porque gané a pesar de mis tenis viejos.
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Como Madre, a los a 22 años nació mi primer hija y muchas de las enseñanzas de crianza de mis padres han sido la forma en que yo eduque a mis hijos, haciendo todo lo posible por ser ejemplo, congruente en mis decisiones, enseñándoles a luchar por lo que quieren, disciplinadas en su actuar y con un amplio sentido de responsabilidad.
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A pesar de haberme divorciado y tener a mis tres hijos conmigo y que la vida no ha sido fácil, sigo contando con el apoyo de mis padres de manera incondicional, continuo siendo la hija que cuida de sus padres, porque los amo y disfruto de su compañía, de sus consejos cargados de su experiencia.
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Es un enorme placer ve a mis hija convertirse en unas excelentes ciudadanas, constantes, autosuficientes, hoy me doy cuenta que la forma en que mis padres me educaron fue muy dura y disciplinada, en ocasiones fue necesaria una nalgada o una llamada de atención, pero es la mejor herencia que recibí de ellos y lo mejor que les puedo dejar a mis hijos.