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Que el tribunal escuche todo lo que se tiene que decir
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Ser breve, claro y conciso
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Describir con la mayor sencillez y precisión, sin tecnicismos, el conflicto de los intereses en juego.
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No escatimar el punto y aparte, los títulos y los subtítulos
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Presentar ordenadamente los argumentos, distinguiendo los principales y los subsidiarios y dando el necesario relieve a los primeros
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Hacer dos síntesis de nuestra posición: cuales son las cosas que nos proponemos demostrar y de que modo lo creemos haber demostrado.
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Construir la argumentación partiendo de un modelo simple e ir alimentándolo.
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Estudiar a fondo las pretensiones del colega contrario y los argumentos en que las sustentan.
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No aferrarnos a defensas o alegaciones que sabemos que no son buenas.
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Presentar nuestro caso de modo que la solución que propongamos aparezca lo menos alejada posible de lo ya establecido.
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Tratar de demostrar que lo ya establecido no se refiere a nuestro caso.
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Evitar que nuestros argumentos puedan ser exitosamente rebatidos con el contra-argumento de que la solución que propongamos no puede ser generalizada.
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Abusar de recursos argumentales de tipo estrictamente técnico para conservar ventajas o pretender nuevos beneficios es un abuso formalista que produce efectos indeseados.
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Examinar entonces si en nuestro caso hay algún ingrediente que justifique la aplicación de preceptos constitucionales.
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No usar la agresión verbal como arma de persuasión.