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El paramilitarismo en Colombia tiene sus raíces en las décadas de 1960 y 1970, aunque en sus primeras fases era difícil de distinguir de las actividades de autodefensa campesina o de guerrilleros que operaban de manera clandestina. El fenómeno comenzó a consolidarse debido a la creciente presencia de grupos insurgentes como las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y el ELN (Ejército de Liberación Nacional).
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Durante los años 90, los grupos paramilitares se fortalecen y expanden, adquiriendo un poderío militar significativo, no solo en el ámbito rural, sino también en áreas urbanas. Expansión del narcotráfico: Los paramilitares se convirtieron en aliados de los carteles de drogas, principalmente del Cartel de Medellín (Pablo Escobar) y el Cartel de Cali. Esto les permitió financiarse a través del control de rutas y la extorsión.
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La masificación de la violencia para neutralizar a guerrilleros, sindicalistas, activistas sociales y opositores políticos, se convierte en una de las características del paramilitarismo.
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Deformación del papel de "autodefensas": Los paramilitares no solo se enfrentaban a la guerrilla, sino también a cualquier forma de oposición, incluso política. Muchos grupos paramilitares, bajo la fachada de "autodefensas", practicaban el terror sistemático, las desapariciones forzadas y los asesinatos selectivos.
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A comienzos del siglo XXI, el paramilitarismo en Colombia alcanzó un punto álgido, con un nivel de control territorial en muchas áreas del país. Ante la presión internacional y local, el gobierno colombiano bajo el presidente Álvaro Uribe Vélez inicia un proceso de desmovilización de los paramilitares
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En el marco de esta ley, alrededor de 30.000 combatientes paramilitares se desmovilizan, entregando armas y comprometiéndose a contar la verdad sobre sus crímenes. Sin embargo, el proceso estuvo marcado por controversias y críticas, ya que muchos paramilitares no fueron completamente desarmados ni procesados judicialmente, lo que permitió la perpetuación de sus estructuras en muchas regiones del país.
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: A pesar de la desmovilización oficial, los paramilitares no desaparecieron completamente. Muchas facciones continuaron operando bajo diferentes nombres, entre ellos los Rastrojos y los Urabeños (hoy conocidos como Clan del Golfo). Estos grupos surgieron, en gran parte, por la falta de control real sobre las estructuras paramilitares y el entorno de narcotráfico
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Los nuevos grupos paramilitares se reorganizaron bajo el nombre de "bandas criminales", que en muchos casos, eran simplemente antiguos paramilitares que seguían operando bajo estructuras clandestinas. Estos grupos continuaron con el narcotráfico, extorsión, minería ilegal y control territorial.
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Aunque muchos paramilitares fueron desmovilizados, no desaparecieron del todo. Surgieron nuevas organizaciones armadas ilegales, muchas de ellas continuaron el mismo tipo de actividades criminales.
Las víctimas del paramilitarismo aumentaron, y los desplazamientos forzados siguieron siendo una constante, afectando principalmente a las poblaciones rurales y afrodescendientes. -
Con la firma de los Acuerdos de Paz con las FARC (2016), Colombia dio un paso hacia la reducción del conflicto armado, pero el paramilitarismo siguió siendo un problema persistente.
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Aunque las FARC se desmovilizaron como grupo armado, muchos de los territorios que antes controlaban fueron rápidamente ocupados por nuevos actores, incluidos los Grupos Armados Organizados (GAO), entre ellos el Clan del Golfo, el ELN, y nuevas bandas narcotraficantes. Estos grupos han seguido con prácticas paramilitares, como asesinatos selectivos, control territorial y desplazamientos forzados.
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Para 2025, el paramilitarismo sigue siendo una amenaza seria para la seguridad y estabilidad de Colombia.
Los grupos paramilitares y bandas criminales continúan fragmentándose en pequeños grupos que compiten por el control de territorios estratégicos para el narcotráfico, la minería ilegal y el secuestro.
Los paramilitares siguen operando en zonas rurales, especialmente en las fronteras con Venezuela y Panamá, donde se dan fenómenos como el reclutamiento forzoso y violencia contra lideres. -
Aunque hay esfuerzos para reintegrar a excombatientes de las FARC y miembros de grupos paramilitares en procesos de paz, la violencia continúa afectando a aquellos que intentan dejar las armas.
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A pesar de los esfuerzos para implementar los acuerdos de paz con las FARC, la violencia persiste debido a la falta de presencia estatal en áreas rurales, lo que favorece la expansión de grupos paramilitares y otras organizaciones criminales.