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Según me explicó Benjamín Sentís aquella mañana, Mijail Kolvenik había llegado a Barcelona a finales de 1919.
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Glazunow extrajo un frasco de vidrio y lanzó el contenido
sobre el rostro de Eva Irinova. El ácido quemó el velo como una cortina de vapor.
La piel humeante se retiró en un pergamino ardiente y el hedor a carne quemada inundó el aire. -
El gran corazón de Quim Salvat se paró el diecisiete de julio de 1938.
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A finales de 1945 la Velo Granell estaba ya técnicamente en la bancarrota
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Cuando estudié el dossier del caso -continuó, comprobé que lo que había comenzado como una investigación rutinaria de irregularidades financieras y posible fraude acabó por transformarse en un asunto que nadie sabía bien a qué brigada adjudicar. Extorsión. Robó. Intento de homicidio... Y había más cosas.
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El día de su boda el espectro de la guerra todavía se olfateaba en el aire como el hedor de la carroña escondida.
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En diciembre de 1948, un pavoroso incendio devoró la mansión de los Kolvenik. Los cuerpos de Kolvenik y Eva se encontraron carbonizados en el ático, abrazados el uno al otro.
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La sombra se lanzó sobre ellos y, con una fuerza sobrehumana, los arrastró hacia el interior. Al verlos desaparecer en aquel infierno, perdí el sentido... Al día siguiente los diarios anunciaron la tragedia. Dos cuerpos habían sido encontrados abrazados en el desván, carbonizados.
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El 31 de diciembre de 1948 obtuvimos una orden de registro para inspeccionar el domicilio de Kolvenik y una orden de arresto contra él.
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Un veintiséis de septiembre de 1964, una niña de cabello claro y ojos color ceniza, idéntica a los de su madre, nació en la casa de Sarriá. Se llamaría Marina y llevaría siempre en su rostro la imagen y la luminosidad de su madre.