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Soy la tercera y más pequeña de la familia. Mi hermano mayor, mi hermana de en medio, y yo. Mi nacimiento fue un poco sorpresivo, mis papás no esperaban tener un tercer bebé, siempre dicen que fui el pilón.
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Al ser la más pequeña todo mundo me cuidaba, me consentían, amaba jugar con mis hermanos, aun que mi hermano mayor me lleva 8 años, siempre recuerdo que él jugaba conmigo, y con mi hermana quién me lleva 2 años y medio generé un vínculo muy fuerte, que hasta el día de hoy mantenemos.
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No fui una niña enfermiza, pero a la edad de 12 años aproximadamente me detectaron un virus que me provocaba mucha tos, llevé un tratamiento de 3 años el cuál fue exitoso. Siempre fui más apegada a mi mamá, ya que en estos estereotipos de género, mi papá era más frio, no mostraba su cariño o afecto con palabras o caricias. Yo empezaba a ver el autoritarismo en mi hermano el mayor, al ser el primogénito vienen las expectativas, exigencias y los deseos de mis papás para con él.
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Pasar por las diferentes etapas en la escuela, desde preescolar hasta universidad sin duda me dejaron grandes aprendizajes, había mucha exigencia en mi casa por sacar las mejores notas y sobre salir ante lo demás, esto generó mucha presión que en mi adolescencia me revelé completamente ante el adultocentrismo que tanto en la escuela como en la crianza existe. Desafié a las figuras de autoridad, hice todo lo que para mis papás no estaba bien, me tatué, tuve pareja, bajas calificaciones, etc.
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En mi casa siempre fue marcado el trato que hacían con las mujeres y con hombres. Por ejemplo, mi hermano que era el hijo mayor sus logros se maximizaban, le daban mayor libertad de salir, tener pareja, etc. Por otro lado tanto a mi hermana como a mi nos recordaban que nuestra meta era tener una familia, ser "buenas mamás" darles nietos y permanecer en casa y trabajar al mismo tiempo. La autoridad estaba representada por el hombre, mientras la mujer era sumisa y su función era la de cuidar.
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Actualmente la dinámica en mi familia ha cambiado mucho, mis papás se han abierto más al dialogo, a respetas nuestros gustos y preferencias, míos y de mis hermanos. Aún permanecen algunos estigmas y creencia sobre lo que se debe ser y no, sin embargo son más tolerantes a lo que les es diferente. Actualmente amo quien soy, cómo soy y lo que hago, aun que no siempre fue así, gran parte es por que gracias a los valores que me inculcaron puedo estar orgullosa de mis raíces.