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Aprendí a leer y escribir con la ayuda de mi mamá. Desde chica tenía muchas ganas de aprender. Mi mamá fue una influencia importante porque siempre estaba leyendo, ella estudiaba letras y en mi casa había muchos libros.
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Comencé el primer grado, ya sabiendo leer, por lo que todo fue más fácil. Leía y escribía regularmente en la escuela.
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Para mi noveno cumpleaños me regalaron Harry Potter y la piedra filosofal, que leí encantada, ya que amaba esa saga. En los años posteriores la releí muchas veces.
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En sexto grado mis maestras organizaron una salida a la biblioteca General San Martín, de la que me enamoré. Esa misma semana me hice socia y comencé a leer hasta tres libros por quincena. Esas vacaciones de verano las pasé leyendo, todos los días y durante toda la noche.
Mis maestras de sexto grado fueron personas muy importantes en mi relación con la lectura -
En séptimo grado empezaron a pedirnos exposiciones orales. Fueron mis primeras experiencias hablado para todo el curso y realmente me costaron mucho porque era muy tímida.
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Apenas comencé la secundaria decidí hacerme socia de la biblioteca del colegio. Los primeros dos años leía varios libros al mes.
Las exposiciones orales se hicieron mucho más frecuentes, pero me costaban y la pasaba muy mal. -
Hacia el 2018 la frecuencia con la que leía había disminuido mucho, debido a que no tenía mucho tiempo libre. Por suerte tuve que elegir un libro para rendir y elegí Crónica de una muerte anunciada, que se convirtió en uno de mis favoritos.
Las exposiciones orales para ese entonces ya no me representaban una dificultad tan grande, si bien a veces me costaban, ya estaba mucho más suelta y tenía más práctica. -
En 5to año nos permitieron elegir entre tres talleres. Yo elegí el de escritura creativa. Fue en ese taller que empecé a escribir realmente. A veces me costaba mucho ser creativa, que se me ocurrieran cosas. Con el tiempo el taller me ayudó a darme cuenta de que tenía que tenerme confianza y me salieron algunas cosas que me gustaron bastante.
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Pasé casi dos años sólo haciendo cursos de idiomas, dejando de lado casi por completo la lectura y la escritura. De a poco he vuelto a empezar a leer y escribir otra vez. La oralidad es algo en lo que debo trabajar mucho aún.
Al día de hoy disfruto muchísimo de leer, aunque me cueste un poco más.