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Se establece la primera conexión permanente a Internet en España a través de RedIRIS, conectando al país con la red global.
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Telefónica empieza a ofrecer acceso a Internet para particulares a través de módems, lo que marca el inicio de la expansión del uso doméstico de la red.
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La crisis de las empresas tecnológicas afecta también a España, con la caída de proyectos digitales como Terra, y un cambio en la inversión tecnológica.
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El ADSL se vuelve accesible para la mayoría de hogares españoles, superando al módem y dando paso a una navegación mucho más rápida y estable.
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Comienza la popularización del iPhone y otros teléfonos inteligentes, cambiando radicalmente el uso de Internet y aplicaciones móviles en España.
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Se refuerza el uso de servicios públicos digitales: se puede hacer la declaración de la renta online, pedir cita médica, renovar el DNI, etc.
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Telefónica y otros operadores inician el despliegue masivo de fibra óptica, mejorando significativamente la velocidad y calidad de la conexión a Internet.
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España se convierte en uno de los países con más kilómetros de fibra óptica hasta el hogar (FTTH) instalados en Europa.
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La COVID-19 obliga a adoptar el teletrabajo y la educación online a gran escala, acelerando la transformación digital en hogares, empresas y escuelas.
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Las operadoras comienzan a ofrecer servicios 5G en varias ciudades españolas, iniciando una nueva era de conectividad móvil de alta velocidad.