-
Desde muy pequeña, la Biblia fue el primer libro que me habló, sus páginas eran como ventanas encendidas en la madrugada de mi infancia, como un susurro antiguo que me enseñaba a mirar el mundo con ojos de historia y esperanza. -
Los cuentos de Rafael Pombo eran para mí un universo de colores y fantasías; cada historia abría una puerta secreta a la imaginación. Me encantaba sentarme a leerlos en mis ratos libres, dejar que sus personajes cobraran vida y que sus rimas me hicieran sonreír. Aquellos libros, llenos de imágenes y versos traviesos, despertaban mi creatividad y me enseñaban que la lectura también podía ser un juego, una aventura donde cada página tenía el brillo de un nuevo descubrimiento. -
En la secundaria, descubrí a Gabriel García Márquez, cuyas páginas parecían tejidas con el polvo dorado de la imaginación y el realismo mágico, recuerdo La evolución del hombre y el Popol Vuh, textos que me revelaron el origen, la memoria y los mitos cada cultura. -
En esas lecturas comprendí que la educación es un acto de amor, de diálogo y de esperanza, donde cada texto leído era también una invitación a repensar el papel del ser humano en la construcción de un mundo más justo y solidario. -
En mi paso por la UNIMINUTO, descubrí una profunda pasión por las lecturas sobre el trabajo social comunitario. Martha Nussbaum y desarrollo sustentable de Maspred Magnif -
Leí Una vida, muchas vidas de Gustavo Petro, una obra que me permitió asomarme a las profundas complejidades de la historia, la política y la transformación social de Colombia. -
Un reencuentro con la ternura y la imaginación que habitan en las palabras. Amo leer con mi hijo. -
Fue una lectura que trascendió las páginas y se convirtió en acción, pues me permitió desarrollar un trabajo significativo en el colegio donde ingresé a laborar.