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Los primeros indicios que tenemos de que el hombre ya empleaba los aromas olorosos o perfumes datan del sexto milenio a.C. en Oriente Medio (hace 8.000 años). Quemar mirra, casia o nardo suponía obediencia y respeto, con lo que el perfume, que al principio funcionó también como desodorante, era un elemento de lujo
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Los fenicios, fueron los primeros en comerciar con perfumes hace casi 4.000 años: frascos y pomos de esencia de flores y plantas eran transportados de Oriente a Occidente por el Mediterráneo. Se trataba de un producto versátil, utilizado en distintos ámbitos de la vida social y religiosa, pero también como sustancia médica.
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Los inicios de la perfumería se remontan a la Edad de Piedra, cuando los hombres quemaban maderas aromáticas para complacer con humo a sus divinidades.
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1.500 años antes de Cristo, en la Antigua India, en los milenarios libros religiosos de los Vedas, se puede encontrar la palabra atar que significa olor, pero también soplo, humo y esencia. Tuvo además usos cosméticos y embellecedores.
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En el Antiguo Egipto la base de los primeros perfumes y de las primeras medicinas fue una misma cosa: zumos, pulpa de frutas, jugo de la parte suculenta de las plantas, la fécula de las semillas oleaginosas, la miel, los aceites. Un bajorrelieve conservado en el Museo del Louvre, del siglo VII a.C., describe cómo se cosechaba y prensaba la flor del lirio para obtener su perfume
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En la Antigua Grecia, Hipócrates (460 a.C. – 370 a.C.) trataba ciertas enfermedades mediante fumigaciones perfumadas y aspiración de olores. Todavía hoy, la osmoterapia se basa en los olores que curan y los olores que enferman.
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Los antiguos romanos eran entusiastas del perfume. Introdujeron en Roma, provenientes de sus campañas en lejanas y exóticas tierras, perfumes desconocidos hasta entonces como la glicina, la vainilla, la lila o el clavel. Por influencia de culturas orientales adquirieron importancia aromas entonces insospechados como el cedro, el pino, el jengibre y la mimosa.
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Unción de Betania (cf. Juan 12,1-8). María, la hermana de Marta y Lázaro, roció los pies de Jesús con una libra de olor a nardo auténtico. La casa estaba llena de esta fragancia dada la cantidad y el tipo de perfume vertido. Judas se escandaliza ante tal derroche y Jesús defiende el gesto de la mujer