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Fue el primero de tres grandes conflictos bélicos entre las colonias de Roma y Cartago. Esta última era la potencia dominante del Mediterráneo occidental al principio de este conflicto. Sin embargo, tras la guerra, fue derrotada y tuvo que ceder Sicilia a los romanos. El conjunto de guerras entre Roma y Cartago se conocen como guerras púnicas debido a que en latín cartagineses es 'punicos', que a su vez derivaba de 'phoenikoi', en referencia al origen fenicio de los cartagineses.
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Roma promovió la firma de este tratado, por el cual ese río marcaba el límite de la expansión cartaginesa hacia el norte. Todo esto ante la expansión de los púnicos en la Península y después de la fundación de Carthago Nova (actual Cartagena).
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La toma por parte del líder cartaginés de esta ciudad, que algunas fuentes romanas situaban al norte del Ebro, fue considerada por Roma como 'casus belli'.
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Durante este conflicto, las primeras tropas romanas desembarcaron en la Península. Lo hicieron en Emporion (Ampurias), desde donde se dirigieron hacia el Ebro y fundaron la ciudad de Tarraco (Tarragona), como un importante asentamiento en la costa. En es época, Roma se limitaba a causar problemas a los cartagineses en su retaguardia, ya que el conflicto principal se desarrollaba en tierras italianas.
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Esta fecha se toma como el fin de la presencia cartaginesa en la Península y el comienzo de la romanización. Antes de esto Carthago Nova fue tomada gracias a Publio Cornelio Escipión. Uno de los militares más importantes de Roma.
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Los territorios conquistados por Roma en la península ibérica se extendían por la costa oriental (Hispania citerior) y por la zona meridional y regiones del interior (Hispania ulterior). Antes de retirarse de la Península, Escipión había organizado la fundación de un enclave romano, concretamente en Itálica (cerca de Sevilla), que pronto actuaría como centro de romanización.
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Viriato fue un líder de la tribu de los lusitanos, que hizo frente a la expansión de Roma en Hispania a mediados del siglo II a. C. en el territorio suroccidental de la península ibérica, dentro de las llamadas guerras lusitanas.
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Numancia era la capital de la tribu celtíbera de los arévacos y foco principal de resistencia. A pesar de que contaba solo con unos 8.000 habitantes, Roma tuvo que emplear un ejército de cerca de 60.000 soldados y solo la tomó después de someterla a un prolongado asedio por hambre. Con esta conquista se consolidó la presencia romana en la Meseta, y por esas mismas fechas una expedición alcanzaba el territorio de la actual Galicia.
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También conocidas como guerras asturcántabras, fueron unos enfrentamientos entre el Estado romano y los distintos pueblos astures y cántabros que habitaban territorios conocidos ya por los antiguos romanos, en regiones coincidentes en su mayor parte con las actuales comunidades autónomas de Asturias y Cantabria.
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Durante la época de Augusto, la Península quedó dividida en tres provincias:
- Tarraconensis: la más grande, incluía el norte, este y centro de la Península, con capital en Tarraco.
- Baetica, en el sur de la Península, era uno de los territorios más desarrollados económicamente, con Corduba como centro administrativo.
- Lusitania, en el área sudoccidental de la Península, con Emerita Augusta como capital. -
La división de Augusto se mantuvo vigente durante más de dos siglos pero acabó haciéndose más compleja con el paso del tiempo. Para facilitar el dominio de una zona demasiado lejana de su capital, el emperador Caracalla subdividió el territorio Tarraconensis en dos creando una nueva provincia llamada Gallaecia (Galicia), en el ángulo noroccidental de la Península.
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El emperador Diocleciano volvió a subdividir lo que quedaba de la antigua Tarraconensis con la provincia Carthaginensis, mientras que a finales del siglo IV (386 a.C), Teodosio separó las Islas Baleares, a las que dotó de categoría provincial (provincia Balearica).