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Robos
Pero los robos continuaban y recaían, sobre todo, en los vestidos, en la ropa blanca, en lo primero que se encontraba, como anillos o dinero, no bien la persona puesta bajo su cuidado exhalaba el último suspiro. Con todo, no se trataba de un saqueo general. Yo sólo podría citar el caso de una nurse que varios años después, ya en su lecho de muerte, confesó con el más profundo horror los hurtos que... -
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Las mujeres y los sombreros
Lloraba. Tenía un aspecto tan lastimoso, que le devolví los sombreros. Abrí la verja y dije que aquellas mujeres que se fueran. No podía defenderme del sentimiento de compasión que me inspiraban. Pero apenas volví los ojos hacia el almacén en la dirección que se me habían señalado -
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La casa de mi hermano
En la parte delantera de la casa había un pequeño patio con un muro de ladrillos y una verja; dentro, unos cuantos depósitos con mercancías de todo tipo. Ahora bien, uno de los almacenes guardaba varias cajas de sombreros para mujeres, traídos de la campaña y destinados, supongo, a ser exportados vaya uno a saber a qué país -
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El sacristán
Debía recogerlos en las habitaciones mismas, pues la parroquia presentaba, y aún presenta, la notable particularidad de poseer, más que cualquiera otra de Londres, un gran número de caminos y pasajes muy estrechos, por lo que los coches no pueden internarse; razón por la cual era necesario internarse en ellas y transportar los cadáveres a través de una larga distancia. -
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Londres desolada
… en mis paseos por las calles y los campos, no puedo dejar de decir de qué modo en aquellos momentos la ciudad se hallaba desolada. La gran calle en que yo vivía y que es conocida como una de las más anchas de Londres, tanto de los aledaños como de las zonas francas, se parecía más bien a un verde campo antes que a una calle pavimentada… -
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Los barcos como hogar
¿Ve usted aquellos cinco barcos, anclados? - señalaba con el dedo la parte baja de la ribera, bastante lejos, hacia lo bajo de la ciudad. ¿Y aquellos ocho o diez, sujetos con cadena, y más allá otros ocho?- ahora señalaba hacia las afueras de la ciudad- Todos ellos tienen familias a bordo, familias de comerciantes, propietarios o cosa por el estilo, que se han encerrado en ellos y viven confinados por temor a infectarse. -
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Barquero
Vea usted, señor, soy barquero y esa es mi barca, que me sirve de casa. En ella trabajo durante el día y en ella duermo durante la noche. Lo que gano lo deposito bajo esta piedra -me señalaba una piedra ancha lo bastante apartada de su casa, del otro lado del camino-. Los llamo, grito hasta que me oyen. Y vienen a buscar el dinero