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Los trabajos de Freud y Marx empezaron a debilitar la idea del sujeto soberano, para ellos, la identidad personal y social se forma por procesos sociales invisibles , de identificar psíquica o de economía política.
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Numerosos académicos empezaron a hacer estudios antropológicos de comunidades, casi siempre indígenas. La identidad como tal, casi no figuraba en estudios, pues se interesaban en el funcionamiento interno de la vida social de las comunidades como si fueran entidades aisladas.
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El feminismo ha planteado la construcción social de la identidad, es decir, la teoría de que la identidades masculinas y femeninas no son un producto genético, sino el resultado de los procesos sociales.
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En sociología y antropología se aborda la dimensión colectiva de la identidad, que en las últimas décadas del siglo XX se asocia a la emergencia de los movimientos sociales, las ONG, las reivindicaciones regionales y las migraciones; por ello, se concibe en relación directa con el discurso de los sujetos y la interacción social, ubicándola en la esfera subjetiva de los actores sociales.
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La temática de la identidad se introduce en las ciencias sociales a partir de la influencia del psicoanálisis ocupando un lugar central a partir de 1960. Los productos más recientes recuperan los clásicos trabajos que resultan antecedentes primeros en la materia. Me refiero a los aportes de Mead (1960 [1934]) con su noción
central de encarnación o embodiment. -
Especialmente en América Latina, se elaboraron conceptos de identidad dentro de la perspectiva de la dependencia y el marxismo. Se veía a las comunidades indígenas ya integradas a la sociedad nacional, aunque explotados y oprimidos.
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Plantea que "el estigma no tiene que ver con los atributos sino con las relaciones, porque un atributo ni es digno de crédito, ni no lo es, como una cosa en sí misma". Las personas estigmatizadas aprendan a manejar esta situación cultivando categorías de "el otro simpatizante", en cuya presencia pueden estar seguros de ser aceptados. Así, el ser aceptado por la sociedad depende de que el individuo estigmatizado aprenda a alojar su condición con los estereotipos de la sociedad.
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Argumentando que esta también se establecía mediante la percepción de una diferencias culturales determinadas.
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El termino identidad entra en auge en esta década. Especialmente en América Latina, se elaboraron conceptos de identidad dentro de la perspectiva de la dependencia y el marxismo. Se veía a las comunidades indígenas ya integradas a la sociedad nacional, aunque explotados y oprimidos.
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El trabajo antropológico centró su atención en la elaboración de etnografías de comunidades, especialmente indígenas, en las que se buscaba describir todos los aspectos de la comunidad: geográfico, histórico, político, económico y, por supuesto, el cultural; es decir, la religión, lengua, tradiciones, costumbres, mitos, leyendas y fiestas propias de cada lugar.
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Distingue dos fases de integración de la identidad: la simbólica en la que la homogeneidad del grupo hace posible el predominio de la identidad colectiva sobre la individual. Aquí los individuos se encuentran unidos por valores, imágenes, mitos que constituyen el marco normativo del grupo y, por ende, el elemento cohesionador.
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Donde la política de la identidad se trabaja en un campo en el que ambas tendencias existen.
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Se trata, en definitiva, de reconstruir "un Nosotros capaz de reforzar el lazo social sin atentar contra la autonomía de los individuos, esto es, capaz de interiorizar la exigencia de comunidad sin borrar las diferencias individuales".
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A lo largo del siglo XX algunos países latinoamericanos trataban de establecer una nueva identidad como "nación mestiza" a lo que Peter Wade se refirió que esta posición no implicaba en lo absoluto el manejo de un concepto situacional de la identidad, ya que los negros e indígenas eran vistos como grupos con ciertas características esenciales, en muchas ocasiones biológicas e inmutables.
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Plantea: Uso “identidad” para referirme al punto de encuentro, el punto de sutura entre, por un lado, los discursos y prácticas que intentan “interpelarnos”, hablarnos o ponernos en nuestro lugar como sujetos sociales de discursos particulares y, por otro, los procesos que producen subjetividades, que nos construyen como sujetos susceptibles de “decirse”.