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Basándose en la lectura de la Biblia, el arzobispo irlandés James Ussher hizo una estimación del número de generaciones y su duración media entre la creación de Adán y el nacimiento de Jesucristo. Como consecuencia de su estudio, dedujo la fecha exacta para la creación de la Tierra: el anochecer previo al domingo 23 de octubre del 4004 a.C.
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Unos mineros descubren en una cantera del valle de Neander, en las proximidades de Düsseldorf (Alemania), unos huesos humanos inusuales. Un maestro local, Johann Carl Fuhlrott (1803 – 1877), que estaba interesado en la geología y la paleontología, se enteró del descubrimiento y concluyó que los huesos pertenecían a una raza extinta de humanos que vivió en Europa antes que los pueblos europeos modernos. Los críticos los rechazaron considerándolos los restos patológicos de un humano antiguo.
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Louis Lartet (1840 – 1899), hijo del prehistoriador y paleontólogo Édouard Lartet (1801 – 1871), descubre en el abrigo rocoso de Cro-Magnon, en la Dordogne francesa, los primeros 5 ejemplares de Homo sapiens del Paleolítico. Al tratarse de los humanos modernos más antiguos conocidos en Europa, el término «Cromañón» se extendió pronto en un sentido general para denominar a las personas modernas que vivieron antes del Holoceno.
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El anatomista holandés Eugène Dubois (1858 – 1940) encuentra en la Isla de Java, en Indonesia, restos fósiles humanos, correspondiente al Homo erectus. Él lo llamó Pithecantropus erectus, es decir, Hombre-mono erguido, convencido de que se trataba del llamado «eslabón perdido» entre los simios y los humanos.