Actividad - 2 Línea del tiempo del neurodesarrollo

  • Etapa prenatal

    La etapa prenatal comprende desde la concepción hasta el nacimiento y constituye un periodo decisivo para el desarrollo cerebral. Durante las primeras semanas, tras la fecundación, se forma el cigoto, que inicia un proceso de división celular acelerada. Según Bausela Herreras (2016), el desarrollo del sistema nervioso se origina desde las primeras divisiones embrionarias, estableciendo las bases para la futura organización del cerebro.
  • Tercera y cuarta semana

    Entre la tercera y cuarta semana, se forma el tubo neural, estructura primordial que dará origen al encéfalo y a la médula espinal. Cualquier alteración en este proceso puede ocasionar malformaciones graves como la anencefalia o la espina bífida (Taype-Huarca Fernández-González, 2015).
  • Quinta a octava semana

    Durante la quinta a octava semana, comienza la diferenciación de las principales estructuras del sistema nervioso central. De acuerdo con Bausela Herreras (2016), el cerebro se organiza de manera jerárquica, lo cual permitirá más adelante el control progresivo de las funciones cognitivas y motoras.
  • Novena y vigésima semana

    Entre la novena y vigésima semana, se produce un incremento significativo de la proliferación neuronal y de las primeras conexiones sinápticas, proceso conocido como sinaptogénesis. Taype-Huarca y Fernández-González (2015) señalan que estas conexiones serán fortalecidas o eliminadas dependiendo del tipo de estimulación que reciba el organismo durante las etapas posteriores.
  • últimas semanas de gestación (21 a 38)

    En las últimas semanas de gestación (21 a 38), se desarrolla la mielinización inicial, un proceso que mejora la velocidad de transmisión nerviosa y que continuará de forma activa después del nacimiento (Bausela Herreras, 2016). Durante todo el periodo prenatal, los factores ambientales y genéticos desempeñan un papel esencial. Aspectos como la nutrición materna, la exposición a sustancias tóxicas o el estrés pueden influir de manera directa en la estructura y funcionalidad del sistema nervioso.
  • Etapa perinatal

    La etapa perinatal abarca las últimas semanas del embarazo y los primeros días posteriores al parto, siendo un periodo crítico de transición entre la vida intrauterina y la extrauterina. En este momento, el sistema nervioso del recién nacido debe adaptarse rápidamente a un nuevo entorno lleno de estímulos. Según Bausela Herreras (2016), este cambio implica ajustes complejos en los sistemas respiratorio, circulatorio y cerebral.
  • Proceso del parto

    Durante el proceso del parto, pueden ocurrir riesgos neurológicos como la anoxia (falta de oxígeno) o los traumatismos físicos, los cuales pueden generar afectaciones en el desarrollo motor o cognitivo futuro (Taype-Huarca Fernández-González, 2015). Por esta razón, los cuidados médicos perinatales resultan fundamentales, ya que permiten la atención inmediata ante cualquier complicación y favorecen la adaptación fisiológica y neurológica del neonato.
  • Detección temprana de signos de riesgo

    De acuerdo con Bausela Herreras (2016), la detección temprana de signos de riesgo, junto con intervenciones oportunas, puede prevenir alteraciones neurológicas severas. La atención profesional en esta etapa asegura que el cerebro del recién nacido reciba el soporte adecuado para iniciar su desarrollo funcional fuera del útero.
  • Etapa posnatal

    La etapa posnatal inicia con el nacimiento y se extiende a lo largo de la infancia. Se caracteriza por un crecimiento cerebral acelerado y una intensa actividad de mielinización y sinaptogénesis. Durante el primer año de vida, el cerebro alcanza un porcentaje considerable de su tamaño y peso adulto, consolidando las bases para el desarrollo cognitivo y motor (Taype-Huarca Fernández-González, 2015).
  • Primeros seis meses

    En los primeros seis meses, se observan reflejos primarios como el de succión, prensión y Moro, los cuales evidencian el funcionamiento inicial del sistema nervioso central (Bausela Herreras, 2016). Estos reflejos, propios de la supervivencia, desaparecen gradualmente a medida que el niño desarrolla movimientos voluntarios y control postural.
  • seis y doce meses

    Entre los seis y doce meses, se fortalece la motricidad gruesa (capacidad de sentarse, gatear, ponerse de pie) y la motricidad fina (capacidad de manipular objetos), resultado de la maduración biológica y de la estimulación del entorno (Taype-Huarca Fernández-González, 2015).
  • Uno y tres años

    En la etapa comprendida entre uno y tres años, se produce un avance significativo en las habilidades cognitivas y lingüísticas. El niño empieza a comprender palabras, a emitir sonidos con intención comunicativa y a desarrollar la memoria y la atención (Bausela Herreras, 2016).
  • tres años

    A partir de los tres años, el entorno familiar, social y educativo adquiere gran relevancia. La interacción constante y la estimulación temprana fortalecen la plasticidad cerebral, permitiendo la formación de nuevas redes neuronales. Taype-Huarca y Fernández-González (2015) sostienen que la calidad de la estimulación en esta etapa influye directamente en la consolidación de funciones cognitivas, emocionales y sociales.
  • Neurodesarrollo

    El neurodesarrollo es un proceso dinámico y continuo que se extiende desde la concepción hasta la adolescencia. Implica la maduración progresiva del sistema nervioso central, acompañada por la adquisición de habilidades cognitivas, emocionales y sociales. Según Taype-Huarca y Fernández-González (2015), este proceso se fundamenta en la interacción entre los factores biológicos y ambientales, lo cual explica las diferencias individuales en el ritmo de desarrollo.
  • Neurodesarrollo

    El neurodesarrollo no se limita a la maduración anatómica, sino que también abarca la capacidad del cerebro para aprender, adaptarse y cambiar frente a las experiencias. La plasticidad cerebral, entendida como la capacidad del sistema nervioso para reorganizarse, es el eje que permite la adquisición de nuevas habilidades a lo largo de la infancia (Bausela Herreras, 2016).
  • Neurodesarrollo

    Comprender las etapas del neurodesarrollo facilita identificar factores de riesgo y diseñar estrategias preventivas o de intervención temprana. De esta manera, se promueve un crecimiento integral en el niño, garantizando el desarrollo de sus potencialidades cognitivas, motoras y emocionales.