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Pedro Julián Eymard nació el 4 de febrero de 1811, en La Mure (Isère) en el seno de una familia de artesanos, profundamente cristiana.
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Toda la vida del padre Eymard.
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Desde muy temprano, él manifestó una devoción viva al Santísimo Sacramento y expresó su deseo de ser sacerdote, desde su primera comunión.
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Pedro Julián entra en el seminario mayor de Grenoble y tres años más tarde, es ordenado sacerdote
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Durante cinco años, Pedro Julián ejerce su ministerio en la diócesis. Se consagra enteramente a su servicio y se esfuerza para profundizar su formación intelectual y pastoral
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El corazón del Padre Eymard, lo empuja hacia la vida religiosa y así, inicia su noviciado en Lyon en la Sociedad de María (Padres Maristas, dedicados a la educación
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Algo no terminaba de conformar los anhelos de su corazón. Y va a ser cuando preside la procesión de Corpus Christi en la Parroquia de San Pablo de Lyon que recibe una fuerte confirmación interior: predicar a Jesucristo y Jesucristo Eucarístico
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Bajo su dirección, en poco tiempo, el colegio va conocer un progreso singular. La pasión y el entusiasmo que pone en todo y su gran capacidad de escuchar y comunicarse hace que el colegio de La Seyne experimente un inusual florecimiento
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Después de irse a París, despliega su proyecto de formación en la eucaristía centrado, especialmente, en la Obra de la Primera Comunión de adultos
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El comienzo fue muy difícil. Desconocido en París, el Padre Eymard no tiene relaciones, recursos ni vocaciones. Pasarán más de seis meses hasta que, inaugura la primera comunidad adoradora. En medio de la pobreza y todo tipo de carencias la vida de la pequeña comunidad se organiza
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Es el inspirador de los Congresos Eucarísticos Internacionales tal su afán de que Jesús Eucaristía sea conocido y adorado en el mundo entero.
El papa Juan Pablo II lo presenta a la Iglesia como un “apóstol eminente de la Eucaristía” -
Los últimos años del Padre Eymard fueron muy difíciles. Enfermedad, problemas financieros, pérdida de estima de la propia iglesia. Su alma conoció la noche espiritual, el desierto de la fe, pero sin embargo, sus palabras eran ardientes como el fuego.
Pedro J. Eymard muere en su ciudad natal, La Mure. Los vecinos gritaban por las calles: ¡“El Santo ha muerto”!
El Epitafio en su tumba dice: “Amemos a Jesús, que nos ama tanto en su divino Sacramento”. “FELICES AQUELLOS QUE CREEN EN LA EUCARISTÍA”