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Nació en 1491, en el castillo de
Loyola en Azpeitia, población de Guipúzcoa. Su nombre originalmente era Iñigo de Loyola. -
Iñigo luchaba contra los franceses, pero su carrera como militar se vio frustrada cuando una bala de cañón le rompió la pierna durante la lucha en defensa del castillo de Pamplona.
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Dejó su hogar con el anhelo de vivir su vida sirviendo a Dios. Llegó al santuario de Nuestra Señora de Montserrat y mantuvo una vigilia toda la noche. Dejó su espada en el altar y le dio sus ropas a un pobre. Dejó atrás su sueño de ser un notable soldado y se vistió con ropas toscas y sandalias para tomar la vida de un pobre peregrino.
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Vivía en una cueva a las afueras de la localidad de Manresa. Ignacio comenzó a escribir sobre las emociones que se apoderaron de él: sentimientos de gratitud y angustia, consuelo y tristeza, mientras se encontraba con las Escrituras. Fue aquí donde comenzó a trabajar en lo que serían los Ejercicios Espirituales.
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Ignacio por fin partió en peregrinación a Tierra Santa. Pero, al fin de su peregrinación por los Santos Lugares, el franciscano encargado de guardarlos le ordenó que abandonase Palestina, temeroso de que los mahometanos, enfurecidos por el proselitismo de Ignacio, le raptasen y pidiesen rescate por él.
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De nuevo a España, se dedicó a estudiar, pues pensaba que eso le serviría para ayudar a las almas. Ignacio tenía treinta y tres años y estudiaba la gramática latina en la escuela. Al cabo de dos años de estudios en Barcelona, pasó a la Universidad de Alcalá a estudiar lógica, física y teología.
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Llegó a París en febrero de 1528. Los dos primeros años los dedicó a perfeccionarse en el latín, por su cuenta. Pasó tres años y medio en el Colegio de Santa Bárbara, dedicado a la filosofía. Ahí indujo a muchos de sus compañeros a consagrar los domingos y días de fiesta a la oración y a practicar con mayor fervor la vida cristiana. En 1534, a los cuarenta y tres años de edad, Ignacio obtuvo el título de maestro en artes de la Universidad de París.
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Las palabras fervorosas de Ignacio, llenas del Espíritu Santo, abrió los corazones de algunos compañeros. Se unieron a Ignacio otros seis estudiantes de teología: Pedro Fabro, que era sacerdote de Saboya; Francisco Javier, un navarro; Laínez y Salmerón, que
brillaban mucho en los estudios; Simón Rodríguez, originario de Portugal y Nicolás Bobadilla. Juntos hicieron voto de
pobreza, de castidad y de ir a predicar el Evangelio en Palestina. -
Ignacio y sus compañeros decidieron formar una congregación religiosa para perpetuar su obra. A los votos de pobreza y castidad debía añadirse el de obediencia para imitar más de cerca al Hijo de Dios, que se hizo obediente hasta la muerte. Paulo III aprobó la Compañía de Jesús por una bula emitida el 27 de septiembre de 1540. Ignacio fue elegido primer general
de la nueva orden. -
Durante los siguientes 15 años, Ignacio dirigió la Sociedad desde dos pequeñas salas en Roma. Compuso las Constituciones de la Compañía y escribió cartas a su creciente número de hermanos. Los siete miembros iniciales de la Sociedad llegarían a ser más de mil. Se fundaron escuelas e iglesias jesuitas en toda Europa y los misioneros jesuitas viajaron tan al oeste como Brasil y tan al este como Japón. Ignacio siguió sirviendo a los pobres y enfermos de Roma.
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Como en esos quince años el santo había estado enfermo quince veces, nadie se alarmó cuando enfermó una vez más. Murió súbitamente el 31 de julio de 1556, sin haber tenido siquiera tiempo de recibir los últimos sacramentos.
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Fue canonizado en 1622, y Pío XI le proclamó patrono de los ejercicios espirituales y retiros.