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Los franceses exhibían sus hidroaviones como una muestra inequívoca de la pujanza de su innovación militar
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El diagnóstico de heridas internas era crucial para el personal de emergencias médicas, pero las pesadas máquinas de Rayos X no hacían las cosas precisamente más fáciles, además de que desperdiciaban tiempo valioso para salvar vidas. La necesidad de realizar diagnósticos inmediatos, llevó a la científica Marie Curie a crear unidades más pequeñas que pudieran ser portadas para llevarse directamente al campo de batalla.
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Sirvieron como pista de despegue y aterrizaje de aeronaves. En la imagen el portaaviones británico HMS Argus navega aguas británicas con el camuflaje típico de la contienda. Es un buque de guerra capaz de transportar y operar aviones, que sirve como base móvil para aviones de combate o reconocimiento.
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El uso masivo de submarinos en las batallas navales. Son muy útiles por ser difíciles de detectar y destruir cuando navegan a gran profundidad. Se presta mucha atención en el diseño de estos submarinos para que al desplazarse lo hagan silenciosamente y eviten su detección: el sonido viaja en el agua mucho más fácilmente que en el aire
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Más que nada para los soldados que volaban en aeronaves, era imperativo poder mantener comunicaciones sobre órdenes y actualizaciones.
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Debido a los grandes deseos de poder viajar en terreno enemigo difícil, las fuerzas británicas decicieron diseñar algo a lo que llamaron “el bote de tierra”: Un enorme vehículo blindado que pudiera abrirse camino hacia adelante, protegiendo a los soldados dentro. Un prototipo, conocido como “Little Willie”, era aún muy lento, pero las mejoras alcanzadas en 1916 permitieron que un tanque se convirtiera en una realidad.
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El fuego griego posiblemente haya sido una primigenia versión del lanzallamas. Lanzallamas alemanes durante la Primera Guerra Mundial en el Frente Occidental
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La penicilina no había sido sintetizada en esos días para ayudar con las infecciones durante la guerra. Pero el inventor Sir Alexander Fleming hablaba frecuentemente acerca de sus experiencias al tratar a quienes tenían heridas horriblemente infectadas en los hospitales durante el conflicto como un factor motivacional detrás de su creación. Eventualmente, Sir Alexander descubrió la Penicilina en 1918.