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Digno de recordarse es siempre es el hecho de que,desde el Primer momento del encuentro, los europeos de la época reconocieron en el indígena americano
un ser humano admisibie en pie de igualdad con ellos mismos. -
La educación indígena durante los siglos XVI y XVII
De esta manera, de buena o de mala gana, la corona asignó dinero y hombres a la educación de los indígenas durante los trescientos años de la época colonial. -
proveer que en ninguna manera
se bauticen los indios. . . sin que primero se les enseñe la doctrina cristiana y ley evangélica, se les infunda y enseñe la natural política y civil. . . y porque de no haberse hecho esto sin enseñarles primero a ser hombres, ni catequizarlos,como debían, ha nacido quedarse los naturales tan idólatras como antes, sin entender lo que se les enseña ni tener capacidad ni disposición para ser cristianos. "Una misión sin escuelas es una misión sin porvenir" -
se enseñaron así "el per signum crucis, el pater Noster, Ave María,credo, salve, todo cantado de un canto muy llano y gracioso". Incluso los artículos
de la fe, los mandamientos y los sacramentos "en metros" y "cantados" se les
presentaron a los indios.A esto se puede dar por seguro que se le sumó poco, después la enseñanza de los villancicos españoles. ejemplo que apuntó Motolinía en su descripción sobre las representaciones teatrales celebra-
das en Tlaxcala en 1538. -
Del uso de la pintura, también fue pedro de Gante el que primero se dio cuenta de su utilidad. En la misma ca¡ta a la que acabamos-de aludir, dice él:también diles libreas para pintar en sus mantas para bailar con ellas, porque así se usaba entre ellos, conforme a los bailes y a los cantares que ellos cantaban así se vestían de alegría o de luto o de victoria.El simple uso de la pintura evolucionó pronto al de lienzos en los que iban pintados todos los misterios de nuestra santa fe católica
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la geografía accidentada, la forma de vida dispersa de muchas tribus
indígenas, entre otras. La falta de instrucción se presta, huelga decir, a la mala
inteligencia y la tergiversación de la doctrina, que son a su vez fuente uberrima de supersticiones.