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Nació, en el castillo de Loyola en Azpeitia. Su padre, don Bertrán, era señor de Ofiaz y de Loyola, jefe de una de las familias más antiguas y nobles de la región. su madre, Marina Sáenz de Licona y Balda. Era el hermano menor de 8 hermanos y 3 hermanas.
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Muere su madre y María de Velasco, mujer del contador mayor de Castilla, Juan Velázquez de Cuéllar pidió al padre de Ignacio, que le mandase un hijo para educarlo en la corte. Su padre decidió enviarlo y se marchó a Arévalo, donde pasaría un mínimo de once años, hasta 1518, realizando frecuentes viajes a Valladolid y manteniéndose siempre muy cerca de la Corte, ya que su protector era consejero real, además de contador.
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una bala de cañón le rompió la pierna lo que lo obligo a terminar su carrera militar.
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En febrero inicio con su peregrinación. Pidió limosna en el camino, se embarcó en Barcelona, pasó la Pascua en Roma, tomó otra nave en Venecia con rumbo a Chipre y de ahí se trasladó a Jaffa. Del puerto, a lomo de mula, se dirigió a Jerusalén, donde tenía el firme propósito de establecerse. Donde no se pudo y fue obligado a regresar a Europa.
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Regreso a España y se puso a estudiar gramática tenia la edad de 33 años.
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Al terminar sus estudios en Barcelona, pasó a la Universidad de Alcalá a estudiar lógica, física y teología. Vivía en un hospicio, vivía de limosna y vestía un áspero hábito gris. Además de estudiar, instruía a los niños, organizaba reuniones de personas espirituales en el hospicio.
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llego a Paris en febrero de 1528 donde busco perfeccionar su latín.
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Pasó tres años y medio en el Colegio de Santa Bárbara, dedicado a la filosofía. Ahí indujo a muchos de sus compañeros a consagrar los domingos y días de fiesta a la oración y a practicar con mayor fervor la vida cristiana
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A los cuarenta y tres años, Ignacio obtuvo el título de maestro en artes de la Universidad de París. Se unieron a Ignacio otros seis estudiantes de teología: Pedro Fabro, que era sacerdote de Saboya; Francisco Javier, un navarro; Laínez y Salmerón, que brillaban mucho en los estudios; Simón Rodríguez, originario de Portugal y Nicolás Bobadilla. Los siete hicieron votos de ser puros, obedientes y pobres, el día 15 de agosto de 1534Se comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice
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Regreso a su hogar natal por cuestiones de salud.
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Ante la imposibilidad de marchar a hacer vida religiosa en Palestina, por la guerra contra los turcos, se ofrecieron al papa Pablo III, quien les ordenó sacerdotes.
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Paulo III aprobó la Compañía de Jesús por una bula emitida el 27 de septiembre de 1540 la definición de una nueva orden religiosa, basada en valores de pobreza, castidad y obediencia. San Ignacio de Loyola, cuyo fervor y energía inspiraban al grupo, fue elegido por unanimidad su primer general
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El día de pascua San Ignacio Loyola empezó a ejercer el cargo de general de la Compañía de Jesús y, algunos días más tarde, todos los miembros hicieron los votos en la basílica de San Pablo Extramuros.
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Desembarcaron en Irlanda los dos primeros misioneros jesuitas, pero el intento fracasó. Ignacio ordenó que se hiciesen oraciones por la conversión de Inglaterra, y entre los mártires de Gran Bretaña se cuentan veintinueve jesuitas
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San Ignacio Loyola público en Roma su libro llamado “Los ejercicios Espirituales”. Es la obra maestra de la ciencia del discernimiento
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San Ignacio Loyola le dio constituciones a la orden de Jesús que la configuraron como una orden moderna y pragmática, concebida racionalmente, disciplinada y ligada al papa, para el cual resultaría un instrumento de gran eficacia en la «reconquista» de la sociedad por la Iglesia en la época de la Contrarreforma católica.
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San Ignacio Loyola quiso que se le sustituyera frente a la Compañía de Jesús, pero su renuncia fue rechazada.
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con la ayuda de su secretario Juan Alfonso de Polanco, escribió las Constituciones jesuitas, las cuales crearon una organización monacal, exigiendo absoluta abnegación y obediencia al papa y superiores
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Murió súbitamente el 31 de julio de 1556, sin haber tenido siquiera tiempo de recibir los últimos sacramentos.
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Fue canonizado, y Pío XI le proclamó patrono de los ejercicios espirituales y retiros.