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Alrededor de esta fecha, Iñigo de Loyola nace en el castillo de Loyola, localizado en Azpeitia, municipio de Guipúzcoa, España.
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Iñigo combate en la defensa de Pamplona, al norte de Castilla; sin embargo, es herido en la pierna por una bala de cañón francesa, lo cual lo deja permanentemente fuera de combate. Su corta carrera militar finaliza.
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Debido a su aburrimiento, producto de la recuperación de su herida, Iñigo se adentra a la lectura religiosa, y decide llevar una vida de evangelización y servicio en nombre de Dios.
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Iñigo, ahora conocido como Ignacio, decide llevar a cabo su peregrinación hacia la Tierra Santa: Jerusalén. Sin embargo, debido a dificultades con los Mahometanos, se ve obligado a regresar a España.
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A los 33 años de edad, Ignacio inicia sus estudios junto a los niños locales; empezando por gramática, lo cual era ligeramente humillante para él. Sin embargo, su devoción a Dios lo dirigió incansablemente hasta la Universidad de Alcalá, donde estudió Lógica, Física y Teología.
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Ignacio, quien ahora se dedicaba a enseñar a los más pequeños las buenas vías del Señor, es encarcelado por 42 días, por carecer de las cualificaciones para enseñar. Después de esto, se traslada a Salamanca, donde es encarcelado nuevamente por "Introducir ideas peligrosas". Gracias a estas experiencias, Ignacio decide abandonar España
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Ignacio de Loyola parte hacia Paris, donde prosigue sus estudios y empieza a formar un sequito de individuos que profesaban su misma corriente de pensamiento.
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Ignacio de Loyola parte con sus diez compañeros hacia Roma, donde deciden trabajar al servicio del Papa bajo el nombre de la Compañía de Jesús
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Bajo la dirección de Ignacio, la Compañía crece a mil miembros, y se expande a nueve países de Europa, incluso llegando a países relativamente apartados como Brasil y la India
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El Papa Paulo III aprueba la Compañía de Jesús, del cual Ignacio lideraría hasta el fin de sus días.
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Debido a un súbito decrecimiento en su salud, Ignacio fallece en la sede de la Compañía de Jesús
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El Papa Gregorio XV santifica a San Ignacio de Loyola