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Nace bajo el nombre de Íñigo López de Loyola (que cambia a Ignacio posteriormente) dentro de una familia española de clase alta. Fue el más joven de 11 hijos.
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Su madre, Doña Marina Sáenz de Licona y Balda, fallece. (Muchos estudiosos creen que la pérdida temprana de su madre es parte de la razón por la cual San Ignacio se vuelve devoto a la Virgen María.)
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En la batalla de Pamplona, siendo capitán militar, Ignacio sufre una herida de bala de cañon en su pierna que termina con su carrera en la milicia.
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Queda cojo como consecuencia de la herida. En el tiempo que pasa con la pierna inmovilizada, lee libros sobre las vidas de santos y esto le trae inmensa alegría.
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Comienza su peregrinación como cristiano. En el camino aprende a ser bondadoso y paciente, siguiendo los pasos de los santos de los que leyó.
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Inicia su formación como estudiante de colegio en Barcelona junto a alumnos más jóvenes que llegan a burlarse de él, pero Ignacio conserva la paciencia.
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Continua sus estudios en la Universidad de Alcalá. Durante esta etapa, vivía humildemente y además de estudiar, ayudaba a la comunidad. Desde instruir a niños, organizar reuniones espirituales, y acercar a la fe a pecadores.
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Tras 7 años de estudios en la universidad Sorbonne de París, a los cuarenta y tres años de edad, Ignacio obtiene el título de maestro.
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Funda junto con seis compañeros (Pedro
Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salmerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla) una orden religiosa llamada la "Compañia de Jesús". Los miembros son conocidos como Jesuitas y su finalidad es “la perfección cristiana, propia y ajena, para gloria y servicio de Dios”. -
Publica su famosa obra en Roma, con la aprobación del Papa. En ella ordena metódicamente y de formula con perfecta claridad sus reglas y consejos.
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Muere como consecuencia de una larga enfermedad ligada a la vesícula en la sede de los jesuitas en Roma.
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Ignacio de Loyola es declarado santo por el Papa Gregorio XV.