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Nací un día soleado y caluroso de verano. Me desperté y me encontré en una caja de cartón.
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En la caja, también había más objetos y les pregunté a dónde nos dirigimos. Cinco minutos después, súbitamente, escuché un ruido. Me pareció que podía ser el conductor de algún vehículo. Habíamos parado en una calle muy sucia.
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Al salir de la furgoneta, (¿Te he dicho que iba en una?) Me metieron dentro de una casa, luego me sacaron de la caja y me envolvieron en papel de regalo.
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Cuando me desenvolvieron, me encontré con el rostro de una chica que me estaba sonriendo. Desde aquel momento, supe que ella sería mi primera dueña. Se llamaba Ariadne y presentí que seríamos inseparables. Eso era lo que más deseaba.
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Me equivoqué al decir que seríamos inseparables porque me llevaron a la relojería más cercana ya que estaba defectuoso y me tendrán que arreglar. Para empeorar las cosas, no sabría cuánto tiempo estaría sin ver a Ariadne. ¡Era horrible!
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Me encuentro encima de una mesa grande de madera en el centro de una sala pequeña y vieja. A mi alrededor, encuentro varios artilugios como: pinzas, alicates, cables pequeños… Derrepente, oigo una puerta abrirse y con ella una voz que me suena familiar. ¡Es la de Ariadne!
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¡Qué bien sienta volver a mi dulce hogar! En el coche Ariadne agarra el volante y me fijo que lleva un anillo de matrimonio. ¿Cuánto tiempo habré estado? No lo sé, pero lo importante es que ahora podré estar con mi dueña de nuevo. Llego a casa y descubro algo que me deja sorprendido.
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No me esperaba eso, pero sentí una energía inmensa recorriendo todos mis pequeños circuitos. Al entrar a la sala, me encontré a una personita charlatana jugando feliz al parchís con un señor (suponía que este era el padre de la criaturilla y el parlanchín era el hijo de ella).
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Me despierto como todos los días encima de la mesilla del cuarto de Ariadne. Cuando ella me puso en su muñeca ya estaba en la cocina. Su hijo también estaba allí. A continuación, madre e hijo hablan susurrando (yo me enteré de la conversación, por supuesto). Me asusté al oír lo que estaba diciendo mi ama.
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Bueno, en realidad no me abandonan pero sí que ya no pertenezco a Ariadne. Ahora mi dueño no será ella si no su hijo. Él me llevará al colegio donde él estudia y todo lo demás. Echaré mucho de menos a mi antigua dueña pero no estoy triste por eso porque sé que podré ver a Ariadne todos los días (siempre y cuando no me estropee).