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Frente a la pregunta: ¿Cómo se debe estudiar un caso?, podemos responder de dos maneras igualmente insuficientes. La primera consiste en replicar con otra pregunta: “¿Qué caso?” La segunda consiste en contestar con una prudente aseveración: “Debe estudiarlo bien y lo mejor que pueda”.
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En virtud de la gran variedad de casos y las limitaciones que podrían establecerse para clasificar los casos en función de los distintos tipos de problemas que su estudio plantea y luego decir algo útil de ellos, tenemos que recurrir a una teoría general del caso.
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Una persona C (el cliente), que se encuentra en circunstancias H (hechos), desea obtener un resultado R (un cierto estado de cosas). El cliente C, acude a un abogado para que este le consiga el resultado R, o al menos le indique como hay que hacer para conseguirlo.
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En este sentido, la labor de los abogados es una labor técnica; consiste en usar ciertos medios para alcanzar un resultado a partir de una situación problemática inicial determinada. Usa su conocimiento del orden jurídico y las normas que él no ha creado para alcanzar ciertos resultados particulares.
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El objetivo es dar jaque mate con el menor número de jugadas y con el menor número de pérdidas. Dar jaque es aquí equivalente a obtener el resultado (R) que el cliente quiere o desea.
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En un caso jurídico el resultado R que el cliente quiere alcanzar puede ser inalcanzable o alcanzarlo puede conducir a consecuencias inconvenientes o demasiado onerosas y, por ello, el abogado debe aconsejar o sugerir resultados alternativos que, si son aceptados, cambian la configuración del caso.
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En un caso jurídico la situación problemática inicial nunca puede ser descrita totalmente; generalmente no hay acuerdo respecto la situación inicial o el alcance de las reglas, por ello es necesario apelar a un tercero que sirva de árbitro imparcial para que decida acerca de las cuestiones controvertidas.
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Los casos jurídicos se insertan en un contexto relevante para su adecuada solución (políticos, sociales etc.). A diferencia del ajedrez, la solución de un caso tiene que insertarse en el tiempo y hacerse cargo de su transcurso.
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En conclusión, no se pueden mirar los casos jurídicos como si fueran un juego de ajedrez, el abogado no es igual que juegue con un sistema de reglas en el marco de un juego claramente definido.