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Hijo de un militar, el General Julio César García Herreros y de María Unda, de origen venezolano
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1923 a la edad de 14 años ingreso al seminario en de Pamplona regentado por padres Eudistas franceses, donde terminaría sus estudios
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a ingresar a la Congregación de Jesús y María, fundada por San Juan Eudes
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se ordenó como sacerdote, oficiando su primera misa en la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias de Bogota
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fue designado como profesor de seminarios en la ciudad de Cartagena
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se dedicó a formar seminaristas en diferentes centros del país, actividad que combinó con un viaje de perfeccionamiento en filosofía por Europa
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para la formación de comunidades humanas y cristianas que permitan el desarrollo integral de la persona
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El padre en esa época invitó a 200 personas para que cada una aportara 5.000 pesos y como eso multiplicado por 200 da un millón, por eso se llamó el Banquete del Millón; y a partir del segundo o tercer banquete comenzaron a acompañarnos las señoritas que participaban en el reinado de belleza de Cartagena
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el presidente de la República, Belisario Betancur, le donó el premio Príncipe de Asturias que le había sido entregado por el gobierno español, al Minuto de Dios
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el presidente Virgilio Barco le otorgó la Orden Nacional en el grado de Gran Cruz
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Recibió el Premio Nacional de Solidaridad
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el Premio Derechos Humanos, entregado por la organización judía B'nai B'rith
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e inicia el proyecto de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. La Corporación El Minuto de Dios, el Centro Carismático Minuto de Dios y la Congregación de Jesús y María (Padres Eudistas) se unieron para fundar la institución. La existencia de una institución de educación superior en El Minuto de Dios estuvo siempre presente en la mente y en los planes del padre García-Herreros.
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Comunica, otorgado por la Congregación Mariana y la Corporación Prensa, Cine, Radio y televisión
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Una cruz de madera con el travesaño inclinado, tras la imagen de García-Herreros, quien en los últimos años vestía una ruana sobre su sotana, o de sus invitados ocasionales. También se hizo familiar la frase con la que cerraba diariamente este espacio de un minuto