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Su utilización se remonta al Neolítico, cuando aparecieron los primeros fuelles de
mano, para avivar el fuego de fundiciones o para airear minas de extracción de
minerales. -
Hasta el siglo XVII, la utilización del aire a presión como energía, se realiza en
algunas máquinas y mecanismos, como la catapulta de aire comprimido del griego
Ktesibios, o la descripción en el siglo I de diversos mecanismos que son accionados
por aire caliente. -
A partir del siglo XVII, se comienza el estudio sistemático de los gases, y con ello,
comienza el desarrollo tecnológico de las diferentes aplicaciones del aire
comprimido. -
A finales del siglo XIX, se deja de desarrollar debido a la competencia de otros
tipos de energía (máquinas de vapor, motores y electricidad). -
En el siglo XVIII se construye el primer compresor alternativo, en el XIX, se utiliza
como fuente energética para perforadoras de percusión, sistemas de correos,
frenos de trenes, ascensores, etc. -
A finales de la Segunda Guerra Mundial, reaparece de nuevo la utilización a gran
escala del aire comprimido como fuente de energía, debido, sobre todo, a las
nuevas exigencias de automatización y racionalización del trabajo en las
industrias, estando hoy en día ampliamente implantado en todo tipo de industria.